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Iris es un mundo, un lugar que no sabríamos dónde situar exactamente, ni en el espacio ni en el tiempo. Una isla, un planeta, un territorio que no es exactamente este que habitamos; y un momento de un futuro incierto, alejado en el tiempo, que tampoco sabemos muy bien cuándo sucede. Lo único claro es que en ese espacio-tiempo desconocido una corporación tiene sometido –casi esclavizado– a un pueblo, el irisino, que ha comenzado una guerra por su liberación. A través de cinco historias, el boliviano Edmundo Paz Soldán presenta una cartografía de voces, esperanzas y contextos de lo que sucede en ese espacio tóxico y perimetral al que algunos van a pasar sus últimos años y del que ya parece imposible escapar: un soldado que pierde parte de su cuerpo, el capitán de una unidad de combate, el líder del movimiento minero de la resistencia, una mujer en busca de una droga sagrada y una investigadora que pretende saber lo que ocurrió en un accidente. El tiempo es un tiempo de guerra y recuerda el ambiente opresivo y cercano a la locura de la vida de los soldados de los filmes de Kathryn Bigelow, o el universo distópico de películas como Elysium,de Neill Blomkamp.
El lector ingresa extrañado a ese lugar desconocido –aunque en cierto modo reconocido por el imaginario difuso de la ciencia ficción– y se da de bruces contra un lenguaje que tampoco es exactamente el suyo y al que le cuesta un tiempo acostumbrarse. El de la novela de Paz Soldán es un español modificado, alterado, evolucionado a través de anglicismos, neologismos, contracciones e incluso giros de una oralidad que muestran que el lenguaje –como los cuerpos, la tecnología y las identidades– también está sujeto a cambios y transformaciones.
Más allá de la historia que presenta, Iris plantea una serie de reflexiones sobre temas que no pueden ser obviados: la biotecnología, los límites de lo humano, la cuestión de la memoria, de quién es uno –como cuerpo físico y como cuerpo histórico–, la centralidad de las drogas –como necesidad para habitar ese mundo, para escapar de él o para aguantarlo– y, sobre todo, el retorno de la religión. En ese tiempo futuro, junto al avance de la tecnología, se halla la omnipresencia de lo religioso. En realidad, Iris conjuga el tiempo avanzado del progreso tecnológico y el tiempo “primitivo” de un pasado casi indígena. Como el propio Paz Soldán ha reconocido, ese pueblo “irisino” oprimido tiene mucho que ver con la tradición minera boliviana. Es como si el autor se fuera lejos en el tiempo y en el espacio para volver a la tradición literaria autóctona, como si quisiera decir que la herencia se transforma pero no nos abandona.
Iris es una novela de ciencia ficción en todos los sentidos del término. Y esto supone un aparente cambio de registro en el universo narrativo de Paz Soldán, y un salto arriesgado para un escritor de “literatura culta”. Sin embargo, si lo pensamos bien, el autor continúa ahondando en algunas de las obsesiones que lo han acompañado desde siempre: la violencia, la política y los territorios culturales de frontera (como sucede en Los vivos y los muertos y Norte), o –más cerca de la ciencia ficción– el impacto de la tecnología y de los medios en la puesta en crisis de las identidades contemporáneas (como ocurre, por ejemplo, en Río fugitivo, El delirio de Turing o Sueños digitales). Lo único que cambia aquí es el tiempo y el espacio. En cierta manera, lo que muestra Paz Soldán con esta novela es la potencia política de la ciencia ficción para decir el presente con otras herramientas. Y haciendo esto, visibiliza toda una larga –y no siempre bien considerada– tradición de literatura de ciencia ficción en Hispanoamérica. Una tradición que en los últimos años sigue creciendo y está más viva que nunca. En un momento en que el realismo tout court está cada vez más cerca de la parodia o del mimetismo inocuo, es posible que la ciencia ficción pueda tener más cosas para decirnos sobre lo que somos, sobre nuestros peligros y nuestras posibilidades, que cualquier otra visión supuestamente apegada al mundo en que vivimos.
Edmundo Paz Soldán, Iris, Alfaguara, 2014, 376 págs.
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