Filoctetes en tres tiempos

Los catorce relatos que componen No todo el mundo, libro más reciente de la española Marta Jiménez Serrano, funcionan como instantáneas del (des)amor en el siglo XXI, como collage de la ciudad cuyo mapa son los nuevos deber-ser. Estas historias aparentemente independientes entraman así una estética cubista, la cual permite representar de manera simultánea una experiencia que no puede percibirse sino a través de múltiples puntos de vista. Lo que arma serie son las relaciones de pareja, Madrid y, sobre todo, la distancia crítica de los narradores. Hay relatos en tercera persona, en primera, en segunda, hay incluso focalizaciones alternadas que pasan de una voz externa a una interna. De acuerdo con lo que necesite el relato, el narrador se acomoda para no renunciar nunca a la distancia que permita desentrañar, desde la ligereza del humor, la neurosis contemporánea. De ahí que toda la serie encauce en “La ciudad moderna”, el último y único relato donde los nombres propios sólo importan por su ausencia: “un hombre camina nervioso fingiendo que está muy tranquilo al encuentro de una mujer que también camina y que no oculta su nerviosismo”.
Así como en las primeras décadas del siglo XX el cubismo supo funcionar en la literatura como una nueva técnica para abordar lo mecánico y acelerado de la ciudad —pienso en Manhattan Transfer de John Dos Passos—, en el siglo XXI este montaje permite retratar los intentos desesperados por “que la cosa fluyera”, como señala en bastardillas uno de los narradores. Hoy la ciudad moderna no es ya aquella narrada desde el asombro constante ante la nueva vida maquínica y la cultura de masas. Esa aceleración se encuentra en todo caso metabolizada en ansiedad, en la sobrecodificación del otro, en la carnal ambivalencia entre el ser y el parecer. Será entonces la distancia crítica la que permita encauzar la neurosis de un departamento hacia lo impersonal de la ciudad. De todo esto ya estamos advertidos con la ilustración de tapa, el primer collage: un hombre y una mujer sin rostro en un cosmos de rascacielos.
La ilustradora es Lara Lars, quien también diseñó la tapa de la primera novela de Jiménez Serrano: Los nombres propios (2021). En ese caso, lo que se muestra es a una mujer, también sin rostro, que boxea frente al mundo. Una mujer emprende una búsqueda de la identidad, una búsqueda sobre cómo nombrar(se). Por su parte, los nombres propios de No todo el mundo apuntalan a evidenciar su arbitrariedad cuando de universal se trata. La poética de este libro no radica en el tema, el gran atemporal tema del amor, sino en su forma, en la composición de la trama donde todos los nombres conducen al cuento de hadas contemporáneo. “Érase una vez una ciudad moderna”, donde dos singularidades se saben sin certezas y comen perdices a una excelente relación precio-calidad.
Marta Jiménez Serrano, No todo el mundo, Sexto Piso, 2023, 212 págs.
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