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En una época sin vanguardias, revisar las del pasado permite reivindicar la imaginación, la posibilidad de renovarse. A cargo del traductor Rafael Toriz, Resaca tropical es un esfuerzo que compila tres obras capitales del arte brasileño, y que recién publicó Alias. Abocada a rescatar textos relevantes para el desarrollo del arte contemporáneo, con este proyecto la editorial fundada por el artista mexicano Damián Ortega en 2006 conmemora el centenario de la Semana de Arte Moderno de San Pablo. El evento fue el corte de listón simbólico que inauguró el Modernismo brasileño en el que participaron pintores, poetas, músicos, etcétera, con la necesidad de romper con las vanguardias europeas. 1922 o el año de las luces que alumbraron el pensamiento: La tierra baldía, de T.S. Eliot, y Ulises, de James Joyce; pero también Trilce, de César Vallejo; Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, de Oliverio Girondo; Desolación, de Gabriela Mistral; y Andamios interiores. Poemas radiográficos, de Manuel Maples Arce. Habría que añadir los estrenos de El doctor Mabuse, de Fritz Lang, y Nosferatu, de F.W. Murnau.
Como si se tratara de una cartografía del Modernismo brasileño, Resaca tropical contiene cuatro volúmenes: los poemarios Paulicea desvariada, de Mário de Andrade, Pau Brasil, de Oswald de Andrade, el Manifiesto antropófago, también de Oswald, y un prólogo del traductor mexicano que aquilata la farra paulista luego de la embriaguez que produjo el espíritu renovador surgido hace cien años. Interesado en el estridentismo, que inició en 1921, Toriz piensa estas vanguardias como el contracanon latinoamericano que vincula las artes en todas sus complejidades, de ahí que la poesía se haya relacionado tan estrechamente con la plástica, la gráfica y otras disciplinas artísticas.
En el “Prefacio interesantísimo” de Paulicea, de 1922, Mário de Andrade apunta: “Arte es podar el poema de repeticiones fastidiosas, de sentimentalismos románticos, de pormenores inútiles o inexpresivos”. Con uso libre de la métrica, la sesuda obra de Andrade —poeta, novelista, musicólogo, crítico y fotógrafo— le quitó al poema el corsé del parnasianismo y el simbolismo para descubrir lo que él y sus contemporáneos tenían de frente: el paisaje brasileño, donde están en crudo lo popular, la música y el humor (que será tomado como ejercicio del pensamiento crítico).
La impronta de Mário, de la pintora Anita Malfatti y del arquitecto Antônio Moya (que con uno de sus dibujos ilustra Paulicea), entre otros que participaron en la Semana, encarnó el desafío al canon europeo. La rasgadura continuó. En 1925 se publicó Pau Brasil y tres años después el Manifiesto antropófago. “A diferencia de Mário, que cita todo lo que ha leído, Oswald es un salvaje que cambia la sintaxis, en su obra se nota lo local, una lengua independiente, mestiza, híbrida, llena de fantasmas”, apunta Toriz.
El traductor ensayó un tipo de traducción poética: “Lo poemático es un poco lo insondable, lo que se traduce y lo que se crea con las pérdidas y los cambios de sonido, de sentido. Lo poético es lo que el traductor está obligado a recrear. Se trató de un ejercicio de ventriloquía, intenté hacer un efecto no de español antiguo sino macerado, un ejercicio de ecualización para que se notaran las grietas, ciertas inflexiones de la voz de un portugués por el que han pasado cien años”.
En su manifiesto, ilustrado con un dibujo de Tarsila do Amaral de su cuadro Abaporu (que en lengua tupí-guaraní significa “hombre que come hombre”), Oswald hace una declaración de principios: “Sólo me interesa lo que no es mío”. Toriz recupera el anabolismo andreísta, pillaje popular, con su traducción de “Vicio en el habla”: “Para decir maíz dicen mai / para mejor dicen mejol / para decir peor pior / para decir teja dicen tea”.
Como asegura César Aira, a quien Toriz menciona en su prólogo, las artes fueron capitales en la hechura de la nación brasileña, sus artistas devoraron sus influencias, y de la digestión nació algo nuevo.
Mário de Andrade y Oswald de Andrade, Resaca tropical, traducción de Rafael Toriz, Alias, 2022, 298 págs.
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