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Después de Mi cuerpo es una celda (Norma, 2008), la autobiografía de Andrés Caicedo que Andrés Caicedo nunca escribió, pero que el DJ Alberto Fuguet remezcló a partir de las cartas del poeta colombiano; después de Missing: una investigación (Alfaguara, 2009), el libro de viajes, la memoria familiar, la crónica sobre su tío para cuya escritura Fuguet contrató a un detective privado; después de esos dos libros brillantes, que retan las formas convencionales de la literatura documental, llega Todo no es suficiente, un perfil imposible del escritor maldito y showman uruguayo Gustavo Escanlar. Imposible como lo es cualquier perfil o cualquier biografía. Pero si estos géneros obvian esa imposibilidad, por convención y por comodidad, y hacen ver que una vida y un destino humanos sí son narrables, Fuguet opta por lo contrario: evidenciar que Escanlar se le resiste. Por eso su crónica es formalmente múltiple. Un ensayo que es relato urbano y detectivesco, introspección, confesión; que incluye entrevistas con amantes y amigos (los pocos que se dejan citar), e-mails personales con el editor, alegatos contra la televisión como droga contemporánea, fragmentos de la obra del autor investigado. Un Frankenstein. Un texto en bruto, por momentos limpio, por momentos volcánico, que recurre tanto a la descripción objetiva como al vómito desmesurado.
De hecho, la frase que más me ha impactado habla justamente de eso: “Una vez vomité, lleno de ansiedad y envidia y rabia al sentir que había desperdiciado buena parte de mi vida escribiendo en lugar de filmar”, dice Fuguet sobre sí mismo. Su doble identidad como escritor y como director de cine, menos literato que cinéfilo, esa división, esa herida, que recorre toda su obra, se revela paralela a la división vital de Escanlar entre la escritura y la dimensión mediática. A menudo lo describe de madrugada, viendo viejas películas en el mismo televisor que lo muestra como un ser polémico y a veces despreciable.
Si de Missing apareció una primera versión en la prestigiosa revista peruana Etiqueta Negra, del nuevo libro se publicó una versión en la antología Los malditos (Universidad Diego Portales, 2011), de Leila Guerriero. Su prólogo a este volumen es una lección de edición (y de prologuismo: al reproducir fragmentos de e-mails personales, sintoniza con el libro que presenta). La autora de Una historia sencilla (Anagrama, 2013) señala que entre ambos textos hay sobre todo un cambio de foco. En el relato, el foco era Escanlar. En el libro, el foco es “la relación compleja que un escritor vivo establece con un escritor muerto al que alguna vez conoció”. Los dos focos se complementan, como lo hacen ambas versiones de una misma obsesión.
Alberto Fuguet, Todo no es suficiente. (La corta, intensa y sobreexpuesta vida de Gustavo Escanlar), Alfaguara, 2016, 182 págs.
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