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Gauchos de Media Noche es un proyecto formado por integrantes de Dietrich, banda argentina que logró alcanzar un nivel de culto entre 2010 y 2014 por sus intensos recitales en vivo. La banda se separó silenciosamente poco después de sacar su ambicioso primer disco, Providencia (Sadness Discos Group, 2014), una obra inspirada en la trascendencia del arte por sobre sus autores/actores: los integrantes del grupo usaban apodos y en los shows sólo podían verse como siluetas oscuras y encapuchadas. GDMN mantiene esta consigna de anonimidad y misterio alrededor de sus miembros, al igual que los otros proyectos del colectivo Cusde, compuesto por músicos argentinos dispersos por el mundo. En el primer disco, Vol. 1 (Cusde, 2018), profundizaron en otro de los intereses presentes en Providencia: el imaginario criollo y las figuras que simbolizan el pasado de la cultura nacional, mezclado con referencias modernas y sonidos electrónicos. Vol. 2 desarrolla estas influencias y expande el sonido de GDMN hacia territorios más abstractos. No se puede hablar del proyecto como una banda (y mucho menos una banda de post rock), como se hacía con Dietrich. Tampoco vamos a encontrar los protagonistas riffs de guitarras y loops de ritmos que retumbaban en esos recitales. En Vol. 2, la música parece venir al mismo tiempo de una orquesta, una batucada y un proyecto ambient. Los títulos de las canciones referencian historia argentina, mitología griega y literatura española. Así como el historiador Joseph Campbell encontraba los mismos arquetipos en mitos y simbolos de diferentes civilizaciones, GDMN investiga distintos géneros y corrientes artísticas para articularlas en un lenguaje cohesivo.
Las seis canciones instrumentales que componen Vol. 2 son un juego de moderación y agresión, contención y liberación. Las canciones no siguen una estructura lineal, incluso cuando algunas llegan a un clímax, en cambio parecen divididas en secciones o movimientos. “Los negritos” empieza con un sample del film argentino de 1952 Las aguas bajan turbias, después entran unos teclados que parecen arpas y las cuerdas de una guitarra acústica. Antes de terminar, irrumpen unos gritos distosionados que se desquitan sobre una percusión tribal saturada. La minimalista “José Hernández (Trenes a Catedral)” recuerda a los ejercicios de piano del pionero japonés de música ambient Hiroshi Yoshimura. En “Sophrosyne σωφροσύνη” (Sofrosina es la personificación griega de la templanza), loops cortos de samples y efectos arman un collage que se disuelve en una nubosidad de sintetizadores hasta cortarse diez segundos antes del final, dando lugar a un teclado de juguete descompuesto.
En su exploración de pasados perdidos a través de una mirada moderna, GDMN encuentra una identidad propia y genuina. Vol. 2 es un segundo paso firme y alejado de sus proyectos anteriores, con una libertad para sorprender y jugar con un estilo más confrontativo. Es un disco más expansivo que el debut, trabajo que ya estaba inspirado en los inmensos paisajes del pintor del siglo XIX Frederic Edwin Church. La épica orquestación electrónica de Vol. 2 mantiene un fuerte componente espacial: podría sonar en un anfiteatro selvático o en las ruinas futuristas de un panteón. Y a la vez, los momentos más abstractos del disco disminuyen esta escala para crear un ambiente íntimo y personal. El cierre del álbum, “Calle Mayor”, consiste solamente en unas guitarras acústicas que puntean y rasguean sobre texturas etéreas. El ruido termina tapando la zapada y poco a poco todo se aleja y esfuma, como el eco de algo olvidado.
Gauchos de Media Noche, Vol. 2, Cusde, 2020.
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