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Los teóricos del posthumanismo imaginaron un futuro en el que los humanos se volverían intérpretes de las máquinas. El filósofo francés Gilbert Simondon escribió que este porvenir llegaría una vez que la cultura comprenda a las máquinas como objetos técnicos dotados de humanidad y no como robots o cajas cerradas. La máquina del futuro sería una máquina abierta y dinámica, y el hombre del futuro sería un hombre entre máquinas. Simondon incluso usa la metáfora del hombre entre máquinas como un “director de orquestas”, imagen que calza como USB a puerto al hablar del sello/colectivo argentino Trrueno y su miembro insignia, Astrosuka. El proyecto de Sergey Kolesov, nacido en Rusia pero ya instalado en Buenos Aires, estaba discográficamente inactivo desde 2014, más allá de su participación en los compilados del sello. Este disco homónimo, que es su primer material en más de cuatro años, nos recuerda qué es lo que transformó a este productor en una figura clave en la emergente escena local de electrónica experimental, con un proyecto tan difícil de clasificar. “Astrosuka es un mutante”, declara en su perfil de Bandcamp. Un mutante entre máquinas, podríamos especificar.
Kolesov comparte muchas de las inquietudes posthumanistas que inspiran a Agustín Genoud, su compañero en el trío de improvisación la muerte. Pero mientras la obra de Genoud encuentra su lugar en instalaciones, el sonido de Astrosuka prefiere retumbar en las pistas de baile. Su sonido se basa en samples de ruidos que originan metales, chapas y chirridos, para crear con ellos sintetizadores y beats propios. Esa primera sed por el ruido se redirige después hacia una sed por el ritmo. Tracks como “B3T” y “NDS” son ejercicios de insistencia y velocidad, donde se repiten a martillazos las ideas iniciales hasta dejarlas irreconocibles. La repetición es un arma poderosa para Astrosuka, pero el filo realmente se encuentra en su síntesis y en la contundencia con que presenta sus ideas. Por eso los primeros diez minutos del disco arrancan con una fuerza que resulta arrolladora.
Los discos que Astrosuka publicó entre 2013 y 2014 combinaban esta misma violencia electrónica con un enfoque más pop. Las voces de Sergey y su ex compañera de banda Tatiana Heuman (ahora Qeei) se desfiguraban en efectos difíciles de recrear, aunque las melodías se mantenían como protagonistas. En la segunda mitad del nuevo disco aparecen las canciones que reencarnan esta personalidad melódica del proyecto. La voz de Kolesov está ahí en algún lugar, pero ya no aparece de una manera distinguible. En su lugar tenemos riffs a base de samples metálicos y voces fabricadas con los mismos materiales. Los tracks “STTTL” y “TORUS” bajan el tempo del disco, se construyen de a poco y se reprimen hasta el final, donde revelan su melodía completa: finalmente, el resultado es emotivo.
Titular homónimamente un disco en el medio de una carrera puede significar diferentes cosas. Para Astrosuka simboliza una renovación. Apenas dos meses después de haber terminado este disco, editó un nuevo EP titulado с|т|р|у|к|т|у|р|ы (“Estructuras”). Sus tres tracks suenan como a nada que haya producido Kolesov antes, uniendo sus estrategias de ritmo con técnicas de collage abstracto. Entre la pista de baile y la academia, Astrosuka se libera de las imposiciones del género electrónico, con el objetivo de seguir su propia impredicibilidad, su mutación.
Astrosuka, Astrosuka, Trrueno / Genome 6.66Mbp, 2018.
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