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Basura

Basura

MÚSICA

Al analizar el París de fines de siglo XIX, Walter Benjamin buscaba en el detrito que duerme en las calles de la modernidad un destello de verdad filosófica. En su interpretación del cuadro de Paul Klee, el ángel de la historia vuelve el rostro hacia el pasado y sólo ve una catástrofe única que arroja a sus pies ruinas que se amontonan sin cesar. Según Benjamin, el ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer todo lo destruido. Pero un huracán sopla desde el paraíso y se arremolina en sus alas. Ya no puede plegarlas. Es arrastrado hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas mientras las ruinas crecen y crecen ante su mirada atónita. Este huracán es lo que nosotros, dice, llamamos “progreso”. Agustín Fernández Mallo considera en cambio que “si utilizamos los principios básicos del vuelo y la aerodinámica”, el ángel “se desplaza en sentido exactamente contrario” al descrito por Benjamin: colisiona con los escombros que la Historia ha dejado a su paso trágicamente. Se choca con lo Real, escribe Fernández Mallo en su Teoría general de la basura (Galaxia Gutenberg, 2018). Y a partir de la primera grabación existente de un poeta, la de Walt Whitman recitando en 1890 su poema “América”, una suerte de año cero más allá del cual todo se ha ido acumulando, el autor sostiene que el arte es un acto de reelaboración constante de un residuo preexistente. En las sobras de nuestra actualidad, asegura, se encuentran los genes culturales del futuro próximo. Aunque quizá desconozcan los planteos del libro, me tienta pensar que el compositor Valentín Pelisch y el guitarrista Pablo Boltshauser hacen suyo el mismo planteo. No en vano el dúo se llama Basura.

Pelisch y Boltshauser, uno de los integrantes del notable cuarteto de guitarras Nuntempe, han delimitado severamente su corpus musical. Más que el proscenio de la Historia, con sus nombres legitimados, ellos sólo visitan su patio trasero y abandonado. Hurgan en el inacabable yacimiento de detritos sonoros que ofrece YouTube para convertirlos en otra cosa. Así desfilan una señora parecida a Angela Merkel tocando la batería, una publicidad de venta de un metrónomo, un caballo que le saca sonidos a la flauta por la nariz, pero también, por ejemplo, un pibe que toca una guitarra hecha de legos, Slavoj Žižek esnifando, una guía para usar un teléfono, sucesiones de reporte del clima en Estados Unidos, Corea del Norte y, además, una predicción meteorológica en árabe.

Cuando se presentan en algún espacio público, Pelisch reordena, comprime, ajusta, trabaja en tiempo real desde su consola con esas imágenes y discursos. Boltshauser, a partir de su guitarra eléctrica y sus efectos, participa activamente de ese proceso de resemantización sonora. Pero son algo más que dos recicladores. Realizan, en cierta medida, un trabajo de “compost-sición” compartido. Recordemos: el compost se obtiene del desecho orgánico y el trabajo de las bacterias y otros microorganismos. Los materiales son sometidos a un proceso biológico de oxidación. Su resultado se emplea como abono de fondo y sustituto parcial o total de fertilizantes químicos.

Basura quiso ir más lejos que la presentación en vivo, prescindir del soporte visual y llevar la experiencia al disco. Los desperdicios se suceden y crean un nuevo objeto que respeta la “pureza de origen”, es decir, la baja resolución que ofrece YouTube. La cochambre deviene entonces discurso organizado sobre la base de la discontinuidad permanente. Lo único que permanece es el constante abandono de las fuentes escuchadas. No en vano cada pista lleva el título de “zapping”. El primer track es ejemplar. Y si bien el corte y el montaje se convirtieron en la doxa de la instrumental desde Stravinsky y Debussy, y luego de la música electrónica (primero a partir de la cinta y luego de la computadora), el procedimiento corre a veces el peligro de cerrarse sobre sí mismo y caer en la previsibilidad. Los Basura lo saben de antemano. En ese sentido, su originalidad y gracia es, a la vez, su propio límite dictado por la “consistencia” de los materiales. Con el trash de Internet, Pelisch y Boltshauser avizoran el derrumbe por venir. Frente a ese horizonte, el dúo lanza una carcajada de desdén.

 

Basura, Basura, TVL​-rec, 2020.

18 Jun, 2020
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