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El complicado entorno de estar

ARTES

 

Mariela Scafati, la pintura como pertenencia urbana.

 

Diario íntimo a la vez que herramienta, diapasón emocional y archivo de recursos, la pintura de Mariela Scafati forma un registro de experiencias en el que convergen anhelos y capacidades artísticas de muy distinto rango y tenor: el lenguaje de la abstracción geométrica y el arte aplicado, la activación de mecanismos de comunicación con el espectador y de espacios de participación artística en la ciudad, la propaganda y la acción directa son algunas de las metáforas y aplicaciones que Scafati ha encontrado para la pintura desde 1997, cuando llegó a la ciudad de Buenos Aires luego de haber estudiado Artes Visuales en Bahía Blanca. Por eso la pintura, en el caso de Scafati, no sólo resulta el medio más apropiado para una biografía, sino también un lenguaje contiguo con otras experiencias: un lenguaje que puede hablarse en la calle, en la galería, en espacios de artistas, en una manifestación política, en un aula universitaria o en una estación de radio. Gracias a sus recursos, la pintura puede saltar entre todas estas dimensiones, como un viajero del tiempo, con simples conjuros hechos de colores y formas. Averiguar el paradero de Scafati a lo largo de los últimos quince años en la escena artística de Buenos Aires equivale también a descubrir las manías y ambiciones de una época, de las que las pinturas guardan rastros. “Estar”, en el vocabulario de Scafati, significa involucrarse con el ánimo del entorno y tener un extraño sentido de pertenencia: Scafati está en sus cuadros tanto como sus cuadros están en el ambiente, teñidos por la ciudad y la acción común.[…]

 

La sociabilidad y la acción directa fueron las dos prioridades del ambiente artístico argentino en los primeros años de la década de 2000, por lo que sus consecuencias sobre las posibilidades y los modales de la pintura resultan presumibles. Dos elementos del contexto a tener en cuenta: Belleza y Felicidad, la galería y editorial que fundaron en 1998 Fernanda Laguna y Cecilia Pavón, que se convirtió en el epicentro de la sociabilidad artística de la ciudad, y de cuyo grupo de artistas Scafati formó parte; y la crisis de 2001, con su consecuente floración de grupos de arte público e iniciativas vinculadas al activismo, como el Taller Popular de Serigrafía (TPS), que Scafati fundó junto con Magdalena Jitrik y Diego Posadas en 2002. La pintura, en ese momento, devaneaba entre la intensidad y la inadecuación; en un sentido, la pintura buscaba negarse como pintura: la necesidad de estar física o emocionalmente en la calle resultaba la fuerza dominante; el estudio era apenas un lugar de reunión para una forma de agrupamiento casual que podía tener que ver tanto con el plan de la noche como con las protestas callejeras del momento. No irse a casa era uno de los lemas artísticos de la época: hacia 2002 o 2003, estar en la calle revelaba un ánimo de expansión e interconexión; estar activo políticamente, salir y conocer gente resultaban casi sinónimos. Era difícil irse a dormir, y resultaba mucho más inoportuno encerrarse a pintar. En otro sentido, sin embargo, ese arco de pasiones y entusiasmos se expresaba a la perfección en la pintura: su crisis como medio era también su apogeo. No entender cómo pintar, precisamente cuando hay mucho para decir, resulta una de las claves de la obra de Scafati de ese momento y forma el contexto de recepción primario de sus dos primeras exhibiciones en Belleza y Felicidad: Pinturas y pared, en el año 2000, y He venido para decirte que me voy, el año siguiente. En esas exhibiciones, desarrolladas en un espacio referencial para la trama artística del momento, Scafati negocia su irrupción fuera del contorno de la pintura, asumida como una necesidad de época. Los patrones de cruces, movilizados por la urgencia del momento, transmigran de la tela a la pared. Los cuadros de franjas, que después resultarán típicos de Scafati, también quedan envueltos en un planteo de exhibición que los supera: aparecen la serigrafía, el empapelado y la impresión, formas a partir de las cuales la actividad de Scafati va declinando hacia el grabado (en simultaneidad con su presencia en el TPS). Sin embargo, incluso en esas exhibiciones en que la serigrafía funciona como el brazo armado y funcionalista de la pintura, y en que la necesidad de comunicar con el exterior se convierte en la dimensión hegemónica de su trabajo, el elemento saturnino y ambiguo permanece como un ruido de fondo. He venido para decirte que me voy incluía simultáneamente un empapelado de cruces, un conjunto de fotografías de un libro de The Muppet Show y un grupo de platos pintados con curvas. El conjunto de la instalación se asemejaba a los aposentos de un protagonista infantil y muy imaginativo. La exhibición volvía así sobre la dimensión hogareña e íntima del empapelado, los platos, las fotografías; la sala, muy pequeña, iluminada con una lámpara de papel. La subjetividad personal proliferaba en los bordes del batifondo social, el ambiente de asamblea y la movilización política.

 

Fragmentos de “El complicado entorno de estar”, publicado en Mariela Scafati. Pinturas donde estoy (1998-2013), catálogo de la exhibición en el Centro Cultural Recoleta producida por la Colección Sayago & Pardon en el marco de la iniciativa Abstraction in Action, Buenos Aires, septiembre de 2013.

 

Imagen [en la edición impresa]. Recital de Orquesta Roja en la muestra Windows, 2009.

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