En 1906, un libro húngaro de un filósofo aún no marxista —Historia evolutiva del drama moderno— vaticinaba la separación definitiva y radical del teatro y el drama: la tradición dramática quedaría recluida al ámbito del libro, mientras que el teatro tomaría la senda del espectáculo no dramático. Lukács lo anunciaba menos como una catástrofe que como una determinación de los tiempos modernos. El augurio se ha cumplido si no de manera plena, sí en una vigorosa tendencia del teatro independiente. Para desgracia de ese teatro y con grandes ventajas para el cine —y el cine televisivo: las series—, que supo sacar lo mejor de la tradición narrativa y de la dramática y se convirtió así en el arte masivo por excelencia y, a la vez, en el “estado más progresivo del material estético” (para utilizar el célebre sintagma de Adorno).
Sin embargo, el teatro que se separó del drama y se convirtió en espectáculo no siempre lo hizo de manera desgraciada. Adonde van los muertos (Lado A) es uno de esos felices contraejemplos. La obra es un gran estímulo para los sentidos y a un tiempo una actualización muy exitosa de algo que podríamos denominar “teatro conceptual”. Se propone llevar a escena diez modos de representar la muerte, inspirándose en las ideas de “diez artistas” (sic).
Es claro que estamos aquí en las altas esferas del arte, diez artistas consagrados se pronuncian sobre un gran tema del arte y un grupo de artistas vanguardista interpreta artísticamente esos pronunciamientos artísticos. A pesar de todos esos quilates de arte, la obra es muy inteligente y placentera. Importa un goce sensual y a la vez una profunda reflexión sobre la muerte en este mundo, no en el otro; sobre la ausencia, la desesperación y los ritos que genera la muerte de nuestro lado, en el más acá.
Con humor, agudeza y sensibilidad, el Grupo Krapp desarrolla escénicamente, teatralmente, espectacularmente, corporalmente —y no dramáticamente— las ideas sobre la representación de la muerte de Lola Arias, François Chaignaud (Francia), Fabiana Capriotti, Fabián Gandini, Stefan Kaegi (Suiza), Federico León, Mariano Llinás, Mariano Pensotti, Rafael Spregelburd y Diana Szeinblum —a quienes vemos y escuchamos gracias a un original dispositivo de video realizado por Alejo Moguillansky—, antes de partir con el espectáculo hacia el Get Lost Festival europeo, con cuatro funciones en Bélgica y Holanda.
La obra integra un díptico con Adonde van los muertos (Lado B), una producción del Teatro Argentino de La Plata que tuvo lugar en Argentina y Estados Unidos entre 2011 y 2013. Las diez representaciones de la muerte que integran el lado A van desde la muerte del gran hombre en manos de asesinos anónimos hasta la muerte concreta y autorreferencial del iluminador del grupo teatral, pasando por los ritos económico-funerarios y la tradición de la sublimitas que asocia la muerte con lo inexpresable.
Adonde van los muertos (Lado A), de Grupo Krapp (Luciana Acuña, Gabriel Almendros, Luis Biasotto, Edgardo Castro, Fernando Tur), dirección de Luis Biasotto y Luciana Acuña, Teatro Caras y Caretas, Buenos Aires.
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