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Gran colección de espejos pequeños

Miguel Mitlag / Gastón Pérsico

ARTE

Los espejos reinan en la pintura clásica, juegan con las lentes de la cámara en la fotografía y el cine, brillan de tanto en tanto en la ficción y la poesía. Siempre significan, como si sus superficies bruñidas de imágenes idénticas nunca dejaran de mostrar algo más. Reflejo que fascina en el mito de Narciso, meditación sobre el arte en Velázquez o Manet, puerta a la fantasía en Lewis Carroll, multiplicación abominable en Borges, destello de locura en Poe, el espejo atrae las miradas y todo lo connota en obras memorables de la tradición universal. Gran metáfora de la representación mimética, la vanidad, el doble, la conciencia o el alma del que se refleja, desde tiempos inmemoriales, no para de hablar. 

Pero, aunque cueste creerlo, por fin, toda una proeza, Miguel Mitlag y Gastón Pérsico los han hecho callar. En todo caso, en Gran colección de espejos pequeños, la muestra que los reúne, apenas se atreven a hacernos sonreír. Nunca antes, que yo recuerde, los espejos se habían librado tan contentos de la pesada carga de sentidos que siempre llevan a cuestas. Ni identidad, ni representación, ni vanidad, ni conciencia… aquí un espejo es un espejo es un espejo, o, mejor dicho, un espejo es un espejo, y muchos espejos son muchos espejos. Como en el resto de la obra de Mitlag, son cosas cotidianas miradas con un poco de distancia, conscientes de sus atributos sus formas, sus colores, próximas y a la vez un poco escenográficas. Como en la obra de Pérsico, se iluminan sin alardes con una chispa de elegancia, sutileza y gracia. 

Porque véase si no: en el piso de la entrada nos recibe “Lobby”, una alfombrita azul reunida sin más con un espejo y un ladrillo, mientras que, por todo texto en la hoja de sala, se nos ofrece una definición del espejo escrita… en espejo: IMAGEN DE ALGUIEN O DE ALGO REFLEJADA EN UNA SUPERFICIE. Enseguida, “Colección de espejos pequeños”, la obra más ambiciosa de la muestra, es exactamente eso que promete el título, una colección de noventa y cinco pequeños espejos con marcos de colores vibrantes y formas curiosas, entreverados sin concierto sobre una mesa de madera. Son multitud. Y como si supieran que si intentaran decir algo apenas escucharíamos un coro cacofónico difícil de interpretar, sólo se permiten dibujar unos reflejos luminosos en la pared. “Columna” y “Selfi”, en cambio, se regodean en la tautología: una columna sobresale de la pared con un espejo vertical en la versión doméstica y utilitaria del clásico “cuerpo entero”; seis celulares con fundas y pantallas de acrílico coloridas se alinean en la pared a la altura del rostro, como si solo dejaran constancia del género la selfi que hoy multiplica el mito de Narciso en millones de imágenes hasta vaciarlo de contenido. Tienta fotografiarse en los reflejos, es cierto, pero luego en el álbum las fotos no tienen mucho para decir, y sólo destaca la geometría discreta, la perfecta economía de las piezas, el color. Pero en “Guiño” y “Minnie” la reticencia vira al humor: las lentes espejadas de unos anteojos se separan y se enfrentan en una especie de guiño conceptual y, con un truco ingenuo de láser, un espejito diminuto dispuesto en el piso proyecta un reflejo rojo que mágicamente desaparece cuando nos acercamos a la pared.

Hacia el final del recorrido queda claro que Mitlag y Pérsico no quieren abrir juicio sobre las falacias de la mímesis, no se ríen del mundo del arte, ni del mundo digital, ni de los trucos de las imágenes que falsean la verdad. Se ríen sin consecuencias, por el gusto de reírse de a dos y después invitar a los demás. Y si en todas las piezas sorprende la alquimia secreta del dúo reunido entre Berlín y Buenos Aires para la ocasión, se sospecha la voz cantante de Mitlag en el video “Un día en la montaña”, irónicamente instalado en el baño, y la de Pérsico en la delicadísima publicación que no para de desplegarse y jugar con los reflejos desde el papel. Se sale contento de la galería, como si el mundo fuera más leve, más chispeante, más colorido, después de recorrer la rutilante colección. Como si la imaginación del arte, otra vez, se hubiese sobrepuesto a todo lo demás. 

Miguel Mitlag y Gastón Pérsico, Gran colección de espejos pequeños, Gachi Prieto Arte Contemporáneo Latinoamericano, Buenos Aires, 3 de julio – 6 de septiembre de 2025.

21 Ago, 2025
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