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ARTE

“Arte es lo que algunas personas hacen antes de morir”, reflexiona Ezequiel Stark, es decir Lynne Tillman, tomando la voz del etnólogo que hace de las fotografías familiares encontradas su objeto de estudio y protagoniza su libro Hombres y apariciones. Leo esto en el bar de la esquina, momentos antes de subir un piso por escalera para ingresar en SADAIC, la reciente exposición de Marina Alessio en la galería Casa Proyecto. Allí, una serie de fotografías cuidadosamente enmarcadas se alinean en las paredes como una guirnalda que resplandece.

No vamos a detenernos, “a esta altura de la soirée” —como diría un amigo impostando la voz—, en la capacidad de construir sentidos que ofrece la fotografía, su idoneidad para disimular su esencia de imagen construida, las distintas narrativas que propone una misma imagen, ni en sus particulares formas de representación. En este caso concentrémonos más bien, precisamente, en la soirée.

La noche, la ausencia de luz, es de alguna manera un desafío y una dificultad para la toma fotográfica que necesita, como sabemos, luz para existir. Así, el disparo del flash se abre camino en la oscuridad y nos permite ver. Ver lo que no se veía. Quizás porque, como dice Fabio Morábito, “mientras los días se vinculan entre sí, cada noche es única”, Alessio elige la noche. Poco importa el horario en que fueron tomadas, en sus fotografías siempre es de noche. Y eso es lo que parecen decir: siempre es de noche. 3am Eternal.

En 2013, Graham Lambkin y Jason Lescalleet editaron un disco doble, última de las partes de una trilogía de exploración sonora en colaboración. En este capítulo, procesado, editado y mezclado con melodías de sintetizador y ruidos abstractos, podemos escuchar su recorrido por las calles de su infancia, escenas domésticas, conversaciones con familiares o personajes anónimos en distintas locaciones —en una estación de servicio cargando combustible, en una cafetería a la hora del té—, el sonido de las campanas de una iglesia o las cajas registradoras de un supermercado. Photographs fue el oportuno título elegido para este disco. Con el mismo propósito sinestésico, aunque en sentido inverso, y probablemente inducido por el título de la muestra, delante de cada imagen no puedo dejar de pensar en estribillos, canciones, la música que estaría sonando mientras Alessio sacaba cada una de estas fotos.

Dos gestos amorosos, un beso y un abrazo. Dos bloques un tanto irregulares, moldes de yeso para un vaciado, unidos sobre un fondo entelado evocando a “Los amantes” de René Magritte.

En la siguiente foto, un librito abierto presenta una imagen un tanto borrosa, una mujer sentada con la cabeza volcada hacia atrás y su epígrafe: Hipnosis profunda en 30 segundos.

Algo de eso sucede. Los golpes lumínicos del flash sobre las cosas van produciendo un efecto ligeramente narcótico. El grupo de fotografías incluye reproducciones de esculturas clásicas y detalles de óleos encandilados por el excesivo reflejo del flash, una postal doblada en cuatro de una Venus descabezada y manca, fotos de revistas. Alessio lleva la instantánea fotográfica más allá de su paroxismo, multiplicando los momentos congelados: una foto de una foto de una escultura. Con una mirada distante recorre espacios en los que algo parece estar por ocurrir o quizás ya sucedió, donde se adivinan presencias: de amigxs, en una fiesta, de un amante, en un dormitorio, de otrxs visitantes, en la sala de un museo, de ideas, en el taller de la artista, de espíritus que aparecen o son invocados.

Hay también personajes retratados a los que no podemos verles las caras, quemadas por la luz, en óleos de Cupido y Psique, en una copia de “Ángel músico”, cubiertas por máscaras de cartón, en una galería, por una cogulla, en un cuadro de Zurbarán, envueltas en vendas, en algún tipo de ritual tomado de un libro, exhibiendo una madera agujereada, sostenida por el artista Hoco Huoc.

En un espejo detrás de un parlante, impreso en letra cursiva, se lee Blissful, en otro espejo, Moments. El disfrute sonoro también está presente en un piano descascarado que toca solo, un broche de una pequeña radio en un bolsillo del que asoma una antena, o en un estuche porta-CD con discos grabados rotulados a mano con marcador. Una palabrita tatuada en un cuello aúna romanticismo y declaración de principios. Sábanas revueltas y una botella de cerveza vacía asomando bajo un almohada nos sacan de aquella hipnosis profunda. Realmente no recordamos qué pasó.

Delicados arreglos florales engalanan cada sala. Unos de ellos de colores vivos y variados, el otro de estricto blanco y negro, ambos inmutables en su artificialidad. Esta dialéctica de floreros, con referencia a la técnica fotográfica incluida (blanco y negro, color), no hace más que señalarnos que la belleza, como las imágenes, también puede ser una simulación.

Sin embargo hay una obra invisible que ocupa en su totalidad el espacio de las dos salas y que nos acompaña en nuestra visita por la exposición. Una cancioncita sale de una base sobre la que reposa uno de esos floreros, devenida en parlante. Se trata de “Surrender”, según se dice por ahí, la canción más dulce del mítico dúo neoyorquino Suicide. Entonada por Alessio, esta versión extendida de poco más de media hora de duración fue grabada junto a Ulises Conti (Me rindo, 2025).

Qué linda esta canción. Ahora, en SADAIC, ¿quién se rinde?, ¿quién se entrega a quién? ¿Las pinturas al óleo de los museos, ese cuello que dice punk, esa postal ajada, esos cd piratas de Nirvana, a la luz que los sorprendió y encandila? ¿Esas rosas de plástico imperecedero se entregan a juntar polvo para siempre? ¿Qué o quién se suicida? ¿La luz del flash, que atraviesa fugazmente la oscuridad para estrellarse —una suerte de petite mort—, sobre lo que registra la cámara, de la misma forma en que esa culminación es representada, en la cinematografía hardcore, también con un disparo impulsivo que se precipita sobre el objeto de deseo? ¿Esa colilla que se deja consumir mientras la ceniza resultante se desmorona?

¿Qué es, entonces, lo que se escucha en este SADAIC?

Se escuchan imágenes, imágenes de imágenes.

Imágenes como canciones hermosas, esas de amor y de oscuridad.

 

 

Marina Alessio, SADAIC, Casa Proyecto, Buenos Aires, 20 de septiembre – 25 de octubre de 2025.

23 Oct, 2025
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