La poesía panea sobre el material de archivo y la arquitectura organiza los planos de la memoria como sosteniendo esas zonas de sombra donde se pueden activar los recuerdos. No es lo mismo recordar que volver, y tal vez por eso la voz de la poeta Valeria Meiller, que vuelve a lugares de memoria sangrienta, es neutra, monocorde como la de una guía turística insomne. Se comenta el lugar de un desplazamiento y se señala la presencia de los hombres y las cosas como si se advirtiera un peligro. Pero este no es un comentario crítico sobre la industria de la carne vacuna (al menos no lo es en el sentido más convencional del término) porque el detenimiento no se practica sobre aspectos siniestros, sanitarios o burocráticos del parque alimenticio. Si lo siniestro aparece más de una vez, es porque El caso de la carne está lleno de sombras que se pegan a este, nuestro tiempo, desde otros mucho más lejanos, y esa vibración repercute en los objetos y las personas. La ESMA del llamado “Proceso de Reorganización Nacional” se proyecta, entonces, sobre los mataderos y los cementerios construidos por el ingeniero y arquitecto fascista Francisco Salamone a lo largo de la provincia de Buenos Aires entre 1936 y 1940, y la silueta fotográfica del “Tata” Moya, ex matarife, retiene los ásperos gajes de un oficio que consiste en asimilar el carácter cruelmente generoso que a veces puede adquirir la violencia. Lo contradictorio y lo terrible de esa constatación requiere de un ojo sensible a los ambientes (desplegados en mapas y planos) y a las biografías de los que por allí pasaron, cúmulos de silencio en los que no se puede terminar de entrar, atorados como quedamos entre fragmentos de películas y fotografías de un archivo familiar que parece haber dejado escapar unas pocas imágenes antes de desintegrarse en una pampa paralela. Meiller y Schang cultivan un afán de descubrimiento basado en la espera y la paciencia: si se agregan suficientes capas de tiempo, parecen decir, los lugares y las cosas pueden seguir hablando del pasado como si llevaran para siempre consigo la carga de las voces que escucharon; pueden seguir diciendo el futuro como si la nota dominante del “Ser nacional” no fuera otra cosa que una enumeración de remisiones y reversiones. La brevedad de El caso de la carne la vuelve tan inquietante como una cicatriz cuyo origen se ha olvidado, tan sugerente como un pensamiento aislado de todo aquello que le dio origen.
El caso de la carne (Argentina, 2020), guion y dirección de Valeria Meiller y Agustín Schang, 20 minutos, disponible online durante todo el mes de noviembre aquí.
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