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Pienso en el final

Charlie Kaufman

CINE y TV

Una voz en off abre Pienso en el final, tercera película de Charlie Kaufman (luego de Sinécdoque, Nueva York, de 2008, y Anomalisa, de 2015). Sobre una serie de imágenes de una casa vacía, la voz de una mujer despunta, casi sin dar respiro, lo que se convertirá pronto en un soliloquio, un parlamento perpetuo que esa misma voz, cerca del desenlace, describirá como un “disco rayado”. Lucy (Jessie Buckley) está a punto de viajar para conocer a los padres de Jake (Jesse Plemons), su reciente novio. Es su primer viaje juntos, pero la idea que señala el título del film toma por asalto su mente: a poco de haber comenzado la relación, piensa en el final. Así lo enuncia ella, como un latiguillo, y así lo describe, como una obsesión. Una idea cuyo origen desconoce pero que entrevé —porque así se lo pregunta— que no le pertenece. Acaso un primer indicio acerca de un enigma a resolver que la película presentará bajo la lógica seca de un rompecabezas, con el consabido despliegue de las partes necesarias para resolverlo.

Desde el comienzo, y en simultáneo a la visita familiar, la película se ocupará también de la historia de un viejo conserje escolar en decadencia. Expondrá cada uno de sus movimientos, desde que desayuna hasta que termina su jornada de trabajo. Sin conexión evidente que asocie una línea narrativa con otra —desde luego, una voz por teléfono se encargará de mencionar varias veces la palabra “suposiciones”—, a medida que el relato avance y se enrarezca se podrá advertir la intimidad que los reúne secretamente a todos.

Será la palabra el recurso principal que permita el entendimiento. Durante el viaje en auto en dirección a la casa, los protagonistas no harán sino conversar, discutir, formular ideas que explican —por reflejo— lo que les sucede a ellos mismos, a la ficción en sí. Reflexionarán sobre el tiempo, el amor, el arte, el cine. Un diálogo sólo interrumpido por bellas imágenes de la nieve que los rodea y que perduran tan poco como lo que verdaderamente importan. En algún momento, Jake va a expresar, a propósito de un célebre poeta inglés, una definición precisa acerca de las reglas del juego: “Cada palabra vale”. Cada palabra vale en tanto conduciría a la solución del misterio que el film intenta consolidar (¿qué ocurre realmente?). Una disposición verbal que más bien producirá lo contrario y que empujará la trama hacia su progresiva e irremediable extenuación.

La presunción enigmática aparecerá en toda su dimensión cuando los protagonistas lleguen por fin a destino y el encuentro con los padres de Jake se desenvuelva extraño pero disuelto en el permanente fluir de la palabra (la forma de filmar ese espacio, deshabitado u ocupado por recuerdos o por fantasmas, es lo mejor que ofrece la película de Kaufman). El problema es que ese mismo enigma languidece y pierde su potencia de sentido a partir del momento en que desestima la condición que lo constituye como tal: justo aquello que no puede ser expresado —pero sí filmado— y que pertenece al orden de lo indecible. Y es por eso que Pienso en el final no logra generar la zozobra que pretende y calculadamente enuncia, quizás demasiado confiada en una inteligencia serpenteante que por momentos raya en la frivolidad.

 

I´m Thinking of Ending Things (Estados Unidos, 2020), guión y dirección de Charlie Kaufman, Netflix, 134 minutos.

29 Oct, 2020
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