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NFT: una conversación sobre arte en tiempos de hiperinflación criptográfica (parte 1)

DISCUSIÓN

Carlos Huffmann: En esta conversación vamos a investigar el universo tecnológico a partir del cual emergen los NFT. Haremos un abordaje general sobre el mundo crypto con foco en los aspectos que son de mayor interés para el campo del arte. Intentaremos utilizar un lenguaje claro que ayude a entender de qué se trata este fenómeno tan resonante, que recibe tantas críticas, muchas de ellas justificadas, y que también genera muchísima expectativa y especulación. Julián, vos sos un artista que trabaja con herramientas digitales, te quería preguntar cómo fue tu primer encuentro con el concepto del NFT y cómo empezaste a participar de ese mundo.

Julián Brangold: Yo vengo de una relación con la escena tradicional del arte de unos once o doce años. Estudié cine pero después muy rápidamente me aboqué a medios más plásticos como la pintura, el collage, el dibujo. Eso fue gran parte de mi carrera artística hasta que, más o menos en 2016, empecé a trabajar con medios digitales, ilustración digital y luego software 3D, en procesos que arrancaban desde principios tecnológicos pero después tenían su expresión en formatos físicos. Mi trabajo se relaciona con la tecnología hace mucho, como herramienta y como tema, pero hace unos cinco años que volqué mi práctica casi exclusivamente a los medios digitales. A principios de 2020, un amigo que es artista generativo, pero que también tiene mucha relación con el mundo del arte tradicional, me contó sobre esto, me dijo que me tenía que meter porque yo ya tenía mucha obra digital que no tenía posibilidad de circulación en el mundo tradicional del arte.

CH: Como anticipamos, empiezan a aparecer palabras que sería bueno ir clarificando. ¿Podrías definir qué sería ese arte generativo que hace tu amigo?

JB: Es el arte hecho con código informático, donde en general se programa un código que produce una imagen distinta cada vez que el código se ejecuta. Entonces el o la artista genera como una suerte de primer terreno y después hace un trabajo de edición con las imágenes para seleccionar de entre las cientos de miles que puede generar ese software.

CH: Volvamos a tu encuentro con el concepto de los NFT.

JB: La persona que me introduce a esto es alguien que viene hace mucho tiempo tratando de encontrar un lugar en el mundo del arte tradicional y como su obra es puramente digital siempre se veía obligado a hacer un compromise, como una suerte de traducción a un formato que se adaptase mejor a ese mercado, cuando en realidad no era tan natural para ese tipo de obra. Por esto a él las plataformas de NFT le resultaron muy interesantes desde el principio. Me contó de qué se trataba y yo entré, un poco reticente. La primera impresión que uno puede tener es que está todo mezclado, que es caótico y que hay muchas disciplinas mezcladas. La lectura superficial que puede surgir de meterse a investigar, especialmente si venís de la dinámica tradicional de obra, galería, institución, etcétera, es que se trata de un caos desorganizado. Al principio es desafiante. De a poco fui aprendiendo un poco más y conociendo gente que ya venía trabajando ahí, poniendo obras en plataformas y ofreciéndolas como NFT. Eso a mediados de 2020, en plena pandemia.

CH: Y el chico que te trajo esa información ¿desde qué año estaba participando de estas plataformas?

JB: Un año antes.

CH: La génesis del concepto de obras de arte NFT: ¿tenés idea en qué año surge?

JB: Es gradual. Arranca en 2014 cuando Kevin McCoy vende un NFT durante una conferencia en el New Museum. Antes había habido unos primeros experimentos donde se hacían coleccionables digitales utilizando tecnología Bitcoin, pero eran muy rudimentarios, la data del objeto digital no estaba on-chain. Estos pueden llegar a ser los primeros NFT. Al poco tiempo apareció Etheria, que es el primer proyecto más parecido a cómo funcionan los NFT que conocemos hoy, en este caso sobre la red de Ethereum. En 2017 se desarrolla el estándar ERC-721, que es una forma estandarizada de escribir contratos inteligentes, y a partir de esto se lanzan varios nuevos coleccionables, entre ellos los CryptoPunks. En 2018 se lanzan las plataformas SuperRare y KnownOrigin, que son las primeras dedicadas exclusivamente a los NFT de arte. Recién a mediados de 2020 se empieza a popularizar mucho más.

Yo me metí en una plataforma, puse mi obra y empecé a tener buena respuesta. Eso me impulsó a seguir investigando y haciendo obra específica para el medio. En paralelo empecé a conocer artistas argentinos que ya estaban utilizando estas tecnologías y teniendo diálogo con gente de todo el mundo que estaba en la misma. Esas dos cosas, por un lado que la obra tuvo una respuesta positiva desde el principio y conocer esta comunidad argentina, me hizo meterme cada vez más y actualmente estoy casi cien por ciento abocado a ese espacio.

CH: ¿Ahí es donde surge el grupo Cryptoarg? Me mencionaste antes de la entrevista que allí tuviste una primera comunidad donde te moviste.

JB: Sí, surge como un grupo chiquito de argentines que se juntan en un Discord —plataforma gratuita de mensajería y distribución digital muy utilizada para el desarrollo de comunidades— para compartir información. Porque en ese momento nadie sabía qué era este mundo, nadie que yo conociera había escuchado ni siquiera el término. Era difícil acceder a información y muy incierto el camino de entrar y explorar una carrera ahí adentro. Estaba bueno tener un grupo de contención donde se compartía información. Incluso acerca de personas concretas del mundo del NFT, gente que trabajaba en plataformas, coleccionistas, etcétera.

CH: Este universo de NFT tiene como característica que es muy “des-geolocalizado”, muy diferente de como uno piensa habitualmente la escena artística de tal país o de tal ciudad.

JB: De hecho, en la filosofía de estas tecnologías es muy fundamental la idea de la descentralización, de lo que emerge un menor énfasis en zonas geográficas o jerarquías de poder. Por lo que puede parecer un poco paradójico formar un grupo de argentines que se llame Cryptoarg, pero en esos momentos fue muy necesario para navegar las primeras experiencias de ingresar a este mundo.

CH: Podríamos decir que este onboarding —un término que se usa para hablar del proceso de adoptar una tecnología y empezar a usarla— en el mundo crypto sigue siendo complicado si no tenés personas que te ayuden a hacerlo, que te den un poco de contexto y recomendaciones respecto de cosas con las cuales tener cuidado.

JB: Sí, y no sólo desde la barrera tecnológica sino también desde la barrera relacional. Porque uno empieza a interactuar mucho con personas que no vienen de las mismas dinámicas; son nuevas dinámicas, nuevos tipos de visión sobre el arte, sobre el coleccionable, sobre la tecnología, etcétera, por lo que está bueno tener dónde rebotar opiniones y compartir experiencias.

CH: Hoy si ponés un hashtag #NFT en la descripción de una imagen posteada en Instagram inmediatamente te empiezan a entrar mensajes al inbox ofreciéndote publicidad paga para dar visibilidad a tu trabajo, e incluso otros ofrecimientos que tienen todo el aspecto de ser estafas.

JB: Totalmente, ahora está mucho más complicado el ecosistema para la gente que recién empieza. Cuando empecé yo, era mucho menos masivo, había menos entidades involucradas y había mucha menos contaminación de spam y riesgos que podrían surgir de gente tratando de aprovecharse del hecho de ser novato. En ese momento era más íntimo, tenías acceso directo a hablar con las plataformas y las personas que las gestionaban, con los coleccionistas, con todo el ecosistema. Ahora es mucho más impersonal, más masivo y está más contaminado. Pasaron menos de dos años y parece otro ecosistema, totalmente distinto.

CH: Creo que es un buen momento para que definamos algunos términos. NFT en español sería “token no fungible”. Token sería como decir ficha, una unidad de algo. Para contextualizar, un ejemplo del mundo criptográfico: Bitcoin es un token también.

JB: Las unidades que se intercambian de esa criptomoneda serían tokens.

CH: La fungibilidad es un concepto que se utiliza mucho en economía para pensar por ejemplo las monedas. Significa, por ejemplo, que mis diez pesos son fungibles con tus diez pesos, en el sentido de que no hay ninguna diferencia entre ellos. Si yo tengo una cuenta con mil pesos y le ingreso cien pesos más, esos cien ahora son parte de “mil cien pesos” y no pueden ser recuperados como un billete específico sino que son simplemente un número que se funde y deja de tener entidad propia. También es fungible un commodity. Podemos traerlo al mundo de objetos familiares, la soja, por hablar de nuestro commodity más característico. Si yo soy un productor agrícola, mi soja no es diferente de la del campo vecino. Cuando la vendo a una empresa donde hacen acopio, mi soja se almacena en un silo mezclada con la de otras personas y paso a ser dueño de un porcentaje de ese acopio, no se diferencia de dónde salió cada grano. El commodity tiene esa característica de fungibilidad también, por eso es un concepto tan importante en el universo económico. En el caso de los NFT, el token no es fungible. ¿Por qué no sería fungible el token en este caso?

JB: Se asume que al generar un token que no sea fungible, ese token tiene una entidad intrínseca y única a esa misma comunidad digital, que no es comparable con otra. Es decir que cada token tiene su propia lógica de valor también, y no puede ser intercambiable por otro token de la misma red como si fuesen indistintos. Sería más fácil usar la definición de tokens únicos, pero es más correcto hablar de tokens no fungibles.

CH: Uno podría decir que es como cuando un banco central de un país lanza una edición limitada de una moneda, para conmemorar por ejemplo la Constitución argentina de 1994. Estas monedas son de curso legal y comienzan a circular. Su valor nominal es fungible, pero como están acuñadas con una imagen diferente podrían adquirir un valor diferente a los criterios de un coleccionista numismático, reduciendo su fungibilidad. Un poco lo que hace el NFT es que toma un fragmento (transacción) de esa blockchain, le relaciona una imagen y lo programa como fragmento no fungible. Es único dentro de esa cadena de tokens, cada token tiene una imagen y una autoría asociada diferente a las demás, y, por lo tanto, no intercambiables.

Intentemos una pequeña definición de qué es una blockchain para los lectores. Uno podría decir que es un sistema bastante revolucionario que permite generar transacciones digitales entre dos individuos, el intercambio de algo parecido a una moneda sin la necesidad de que exista un tercero de confianza que valide que yo realmente entregué esa moneda digital a esa persona y que no se la estoy entregando a dos personas simultáneamente. Posee además una casi completa inmunidad a ser hackeada y garantiza que sea imposible que haya una emisión monetaria por encima de la que está en su programación. Quizás sirva esta metáfora: es como si existiese un libro contable mágico. Todas las personas que participan de esa red tienen un libro idéntico a ese y cuando alguien hace una transacción y por lo tanto hay un cambio en el libro contable, el cambio se ve reflejado en el libro de todos los que participan de este sistema. Cambia simultáneamente para todos los participantes cada vez que hay una interacción, un pasamanos, una operación dentro de ese sistema.

La contracara de este sistema es cómo se sostiene ese procesamiento criptográfico que lo hace casi imposible de manipular: el hash, lo que le da su encriptación y por lo tanto su seguridad. Para ese juego criptográfico es necesario que haya miles de máquinas tratando de descubrir ese hash, que es como una especie de acertijo casi, para que el sistema no pueda ser interferido.

JB: Esa es una de las formas de mantener esa red, la primera que se usó y que por cierto tiempo se convirtió en estándar, pero ahora ya no es tan así. Al principio la forma de mantener la red funcionando se centraba en ese espíritu de descentralización donde el “libro contable” lo tienen todos e implica que las computadoras son las que se ocupan de hacer esas transacciones mediante un esfuerzo computacional. Este sistema de “minería” es totalmente descentralizado y cualquiera lo puede hacer desde cualquier parte del mundo, sin necesidad de tener el permiso de nadie. Las computadoras están constantemente trabajando para resolver problemas matemáticos. Cada tanto tiempo de procesamiento, inevitablemente uno de estos problemas se resuelve y el sistema “premia” a la computadora con una cantidad de la moneda. Entonces la computadora tiene el permiso de ingresar una transacción en la blockchain. Es un sistema muy poco eficiente y tiene mucho desperdicio de energía. Este sistema se llama proof of work (prueba de trabajo). Yo pongo mi computadora a trabajar, gasto recursos, tiempo y energía en hacer ese trabajo, y a cambio la red me premia con una cantidad de la moneda y me permiten ser uno de los que mantiene la red funcionando. Hoy en día hay un montón de blockchains que ya no usan ese sistema primigenio y que bajan el desperdicio de energía eléctrica a casi cero en ese proceso de validación.

CH: Los puristas del Bitcoin dirán que esos sistemas son menos seguros y que traicionan el espíritu original de las criptomonedas. Ethereum, la red sobre la que están construidas la mayoría de las plataformas de NFT, sigue siendo proof of work, ¿no?

JB: Sí, pero tienen un roadmap (hoja de ruta) de cómo piensan llegar a ser proof of stake, que sería la otra manera, más eficiente, de certificar quiénes están comprometidos en mantener la red funcionando. En vez de poner una computadora a trabajar muchas horas para resolver un problema matemático, que no lleva realmente a nada, el sistema de validación consiste en que se pone una cantidad de la moneda en staking —como una suerte de plazo fijo— donde la moneda se bloquea en su uso y da un interés, y a cambio de eso te dan permiso para ser uno de los que mantienen la red funcionando. Hay muchas blockchains que ya usan proof of stake como sistema principal de mantenimiento.

CH: El impacto ecológico que tienen los sistemas proof of work por su tremendo consumo de energía y consecuente huella de carbono ha impulsado a que muchas nuevas plataformas de NFT se hayan construido sobre blockchains que utilizan proof of stake, como por ejemplo Tezos.

JB: Ethereum es la segunda criptomoneda más conocida en el mundo, que aparte de hacer transacciones monetarias, también permite crear contratos inteligentes: contratos traducidos a líneas código que se ejecutan automáticamente dentro de la blockchain y que por lo tanto disfrutan de los beneficios de seguridad, descentralización y transparencia nativos de este sistema.

CH: Se elimina el riesgo contractual al no requerir que sea un ser humano el que deba honrar el acuerdo, ya que sucede automáticamente dentro del sistema, algorítmicamente.

JB: Exacto. Y transparente, porque todas esas transacciones van a ese registro descentralizado del que todes tienen copia. A partir de esa tecnología que permite desarrollar contratos inteligentes sobre Ethereum surge la idea de mercados —marketplaces— donde se pueden certificar obras de arte digitales, generar tokens no fungibles que otra persona puede adquirir utilizando la criptomoneda de esa blockchain y sumar a su billetera virtual.

Sobre Ethereum existen varios marketplaces, cada uno con su lógica y distintos niveles de curaduría. Algunos son totalmente abiertos, donde cualquier persona con billetera virtual puede entrar y certificar imágenes digitales. Otros son un poco más exclusivos y hay que postularse y ser aprobado para poder publicar NFT en ellos. Existen marketplaces montados sobre otras blockchains, y estos disfrutan de los beneficios y perjuicios de esa blockchain. Por ejemplo, Tezos es una blockchain que consume menos energía porque utiliza proof of stake, y esto hace que al tokenizar imágenes (certificar una imagen digital para generar un NFT) utilices menos recursos o menos electricidad.

CH: Una idea muy simple y clara que me sirve para entender qué sentido tiene el mundo del NFT es que creó la posibilidad para los artistas digitales de que su obra pueda ser coleccionada de forma nativa al medio digital y por lo tanto de percibir ingresos por su trabajo sin necesidad de hacer esa “traducción” a los medios y circuitos tradicionales que mencionaste más temprano. Es decir, te libera de la necesidad de crear un certificado físico de que sos el autor o dueño de la obra digital, o de tener que imprimir una versión física de la pieza, o de tener que generar parafernalia no digital que vuelva coleccionable una obra de arte digital. Y sumado a eso, algo para nada menor, es que esta posibilidad de que existan contratos inteligentes también permite incorporar directamente al NFT un contrato que dice que sobre cada venta secundaria de esta obra —si alguien compra hoy mi obra y dentro de unos años la vende a un segundo coleccionista— el o la artista cobra también un porcentaje sobre esas ventas. Como este droit de suite está establecido mediante un contrato inteligente, no es necesario que el coleccionista me envíe activamente ese dinero: se envía automáticamente por estar ya codificado dentro del NFT. Esto también es algo muy interesante en términos de poder crear una fuente de ingreso sustentable para la vida productiva de un artista digital.

JB: Totalmente. Yo creo que en la tradición de les artistas que trabajan con tecnología siempre hubo una dificultad para hacerse un lugar en los circuitos tradicionales. En especial, me animo a decir que en regiones como Sudamérica hay muy poco coleccionismo de este tipo. Entonces esta tecnología genera una oportunidad para gente que por años estuvo tratando de participar de algún tipo de mercado o espacio de exhibición, porque aparece una solución totalmente nativa para su obra, que funciona de manera totalmente orgánica porque ya está en ese medio. Genera una posibilidad única y muy interesante en la historia.

 

Esta conversación tuvo lugar el 29 de enero de 2022. En la Parte 2: Bored Apes, curaduría y crítica de NFT, consideraciones estéticas, políticas y conceptuales del campo.

 

Producción y edición: Patricia Pedraza.

 

Imagen: Seis, de Julián Brangold, archivo JPG, modelado 3D, pintura digital y filtros de inteligencia artificial, 5000 x 2500 px (2021).

 

Parte 2.

 

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