Otra Parte es un buscador de sorpresas de la cultura
más fiable que Google, Instagram, Youtube, Twitter o Spotify.
Lleva veinte años haciendo crítica, no quiere venderte nada y es gratis.
Apoyanos.
Un mes después del 18 de octubre de 2019 en que había comenzado en Chile el proceso político-social que continúa hasta estos días y al que se superpuso la pandemia de covid-19, el periodista y escritor Gonzalo León viajó a Santiago para encontrarse con los álgidos y vertiginosos acontecimientos. Residente en Buenos Aires desde 2011, León es chileno. Activista en su juventud, periodista de amplio espectro, puso en juego su background al tiempo que iba registrando un sinnúmero de hechos, combinándolos con textos de teoría y cultura, para intentar pensar qué estaba sucediendo y la dirección y alternativas posibles del conflicto. La caída del Jaguar va así combinando exposición y reflexión, historia y novedad, apertura a los intercambios con diversos actores de una sociedad altamente movilizada (y ferozmente reprimida).
De regreso en su país natal, León sale a la calle, al mismo tiempo que el gobierno de Sebastián Piñera decreta el “estado de emergencia” y el “toque de queda”. Con el ejército ocupando el espacio, dice: “Me hizo especular que la derecha que nos gobierna es nostálgica o vintage. Pero luego algo cambió cuando vi una foto de una de las tantas protestas: me detuve en la mujer fotografiada y en el cartel que sostenía. Acerqué mi vista al celular y leí el contenido del cartel: ‘No son la dictadura, pero son la mejor banda tributo’”. Las paredes, al igual que los carteles, hablan, y la cámara del celular registra una cantidad interminable de —como los llaman allá— rayados: las pintadas, fotografiadas, protestan: “Piñera dictador”, “La yuta está culiá”, “Patria asesina”, “Vamos por todo”, “No + AFP”, “No estamos en guerra”, “Paco asesino”, “Maricas organizadas contra el paco violador”, “Evade”, “Resiste”, “Piñera asesino”, “Pacos culiados”, “Piñera nunca más”. Todo el abanico represivo, con sus inauditas secuelas: manifestantes baleados en uno o los dos ojos, muertos, presos; la organización y múltiples debates de sectores juveniles, sindicales, de derechos humanos, pueblos originarios y de la cultura —incluyendo apreciaciones críticas sobre sectores “consagrados” del ámbito editorial, los medios y la academia, en especial Rafael Gumucio—; la inclusión del proceso chileno (¿revuelta, estallido, revolución?) en una serie más amplia de procesos paralelos que incluyó otras “indignaciones” (chalecos amarillos en Francia, el independentismo de Cataluña ante España, Hong Kong con China…). León toma nota, relaciona y aventura hipótesis, sin que falte la mención a la aparición del “Rucio Matapacos”, el perro más famoso de todos los que acompañaron a los y las capuchas —la vanguardia juvenil en lucha— en la Plaza Dignidad.
El libro, que es una “nave de la memoria” —como dice Horacio González en el prólogo—, recupera una antigua entrevista de León a Piñera, antes de que fuera presidente (alguien “que está convencido de que aun los que no trabajan para él, trabajan para él”); relata las discusiones y la “sorpresa” de las clases dirigentes ante el estallido (increíblemente no previsto ni esperado), y muchos otros interrogantes. Política, economía, lucha social. La caída del Jaguar es un vivaz retrato de una sociedad que “despertó”. La activa resistencia en un país que moldeó el pinochetismo desde 1973, otrora “ejemplo” y “mejor alumno” del neoliberalismo.
Gonzalo León, La caída del Jaguar. Crónica del estallido social en Chile, prólogo de Horacio González, Hormigas Negras, 2020, 328 págs.
Variante aggiornada de “la crítica como forma moderna de la autobiografía” (uno de los famosos eslóganes piglianos), quizá la biografía también pueda ser entendida como forma...
A nadie escapa que, al hablar de información, estamos ya en el mundo de lo desconocido. Hoy podemos recordar casi con ternura cuando hace no tanto denunciábamos...
La relativa indigencia de la bibliografía teórica sobre historieta es todo un indicio del lugar incómodo y lateral por el que siempre circuló ese lenguaje poco valorado...
Send this to friend