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INDIElibros es una editorial cuya oferta incluye, además de la edición, una serie de servicios orientados a “explorar las posibilidades del libro digital”. Para el eventual lector, el procedimiento de selección, compra y acceso a un libro de esta clase es igualmente tecnológico, mediado por un dispositivo conectado a internet, una tarjeta de crédito, un programa lector de epubs y su propio gusto literario. En el catálogo INDIE, provisto de varias colecciones, se destaca aquella denominada “Grandes autores para tramos cortos”, que incluye textos de Sergio Bizzio o Rosa Montero, o una novela por entregas llamada Espejos de sal, de Mabel Pagano. En esta serie de relatos breves, que pueden leerse en un viaje en tren de menos de media hora, se enlista La clausura de la contadora Balaguer, de Horacio Convertini. Premiado recientemente por Los que duermen en el polvo (2017), Convertini fue también editor en jefe de la sección Policiales de Clarín, y es probable que alguna huella de ese oficio se deje ver aquí en el misterio que rodea a la desaparición —y en la figura del detective encargado de averiguar el paradero— de la contadora. La historia, sin embargo, se aventura también en otras direcciones. Engaño, ingenuidad, amor o deseo son algunos de los tópicos que distancian el relato de lo estrictamente policial, aunque la intriga, entendida como ese despliegue dosificado de los datos de la trama que nos generan la curiosidad y el interés necesario como para leernos el cuento de una, es un componente esencial. El disparador es una propuesta turbadora, hecha con toda la seriedad y el sentido común que caracteriza a Balaguer. Ella es una de esas figuras monolíticas que parecen encarnar el alma de una empresa; la otra parte, Fernández, un empleado que debió dejar su carrera universitaria para ponerse a trabajar, “joven y abnegado” en el momento en que los hechos tuvieron lugar, y memorioso y preciso cuando los recrea a la distancia. De esa memoria y esa precisión viene el tono pulcro y exacto con el que se construye el relato, de primera mano, desde la oferta del principio a la enloquecida búsqueda del final. En el medio, con tanta extrañeza como misterio, ocurre la metamorfosis. ¿Es Balaguer esa cosa fea, rústica, oficiosa y eficiente que el narrador recuerda al inicio, concentrada en su oficina? ¿O es esa suerte de mujer fatal, dibujada con un perfil relleno cercano al de la cigarrera de Amarcord, que lo trastorna y lo “arrastra a un goce perturbador, impensable momentos antes, pero placentero”? Justamente allí, en el clímax del deseo y su consumación, la burbuja hace ¡plop! y la contadora desaparece, envuelta en un manto del que saldrá, como de una crisálida, siendo de nuevo otra y distinta. La clausura de la contadora Balaguer juega un último juego cuando desestima nuestras expectativas y sorprende enrolando clausura y contadora en una familia de hechos y significados que no tienen nada que ver con el mundo empresario, AFIPs, desfalcos o trampas impositivas.
Horacio Convertini, La clausura de la contadora Balaguer, INDIElibros, 2019, 20 págs.
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