Para quienes sigan interesados en la relación entre literatura y política, acaba de publicarse un libro enigmático. Pero el libro es enigmático también para quienes huyan de esa relación. Un venezolano en el exilio, durante un viaje de pocos días a Caracas a fines de 2014, lee, toma notas, piensa, mira a su alrededor, se hace preguntas, explora imágenes, se cruza con hombres, mujeres, extraños. Y escribe un informe personal, que terminaremos leyendo.
Desde el comienzo, el libro nos conecta con escrituras diferentes: el narrador de una ficción, que toma notas durante el viaje, es un personaje que comenta sus lecturas, interpreta las noticias, reproduce los rumores sociales, analiza críticamente la historia de Venezuela, explora su literatura, interroga imágenes. Dialoga, también, con un amplio archivo literario y cultural. Agobiado tanto por el insomnio como por algunos sueños perturbadores, va al encuentro de las ruinas de un país en el que ya no le queda nada, a la vez que es todo para él. Se convierte en observador del cambio y en testigo de aquello que, a pesar de haber atravesado una revolución, parece no poder cambiar.
Curiosamente, no obstante las ruinas, las pesadillas, el libro no resulta nostálgico. Lo salva de cualquier exceso la ruptura que establece una suerte de historia cultural fragmentada, que en sus intermitencias siempre se conecta con el presente. Así, las notas que leemos resultan en una suerte de enciclopedia para dispersar las piezas de un rompecabezas sobre Venezuela. No se arma la figura total, pero Arqueología sonámbula proporciona muchos fragmentos para reflexionar sobre el país. Allí están los tópicos (el petróleo, el Estado, la modernización, la democracia, el militarismo, la violencia, Bolívar, Chávez). Pero están como motivos de una conversación cultural, una trama en la que se plantean como interrogantes.
Dije que es un libro enigmático. El enigma básico del libro es el de la política, no en su relación con la escritura y el arte, sino en la relación que las personas tramamos con ella o ella con nosotros. Por esta razón, el libro no puede ser enteramente ficcional, pero requiere —necesariamente— de la ficción para no convertirse en doctrina. En el enigma del tiempo presente, el ensamblaje que Castro nos propone, su mirada perpleja, se resuelve en el estado sonambúlico del personaje. Es eso quizás lo que le impide ser un ingenuo y seguir excavando en ese sitio arqueológico que es la historia cultural y personal de un país, para tratar de encontrar sentidos a la acción colectiva.
Juan Cristóbal Castro, Arqueología sonámbula, Anfibia, 2020, 230 págs.
La respuesta inicial a por qué leer es indudablemente porque sí, por placer. Pero en una segunda capa hay potencias de varias índoles que pueden requerirnos una...
Existe una operación literaria y vital paradigmática que consiste en la transformación de una mujer en hombre, un travestismo textual y sexual que plantea una serie de...
Ciertos libros circulan en el enorme entramado editorial internacional e irrumpen en el terreno local porque enlazan con presteza temáticas afines al mercado con tácticas de la...
Send this to friend