Bolaño por sí mismo

Es interesante detectar los humores de la poética de un escritor en la elaboración de sus obras menores, sea artículos, ensayos, incluso poemas. Sin embargo, la entrevista y su naturaleza improvisadora sacan a relucir de modo más nítido todas sus operaciones. ¿Será que en las entrevistas se detecta al escritor en estado salvaje? En estas se observa a Bolaño en su mesita tomando decisiones, abriendo su caja de herramientas, echando mano a veces del desvío como estrategia o la evasión elegante, pero también del arrobo confesional allí donde nadie lo espera. Contradice, sorprende, elude, pero jamás contesta la respuesta tentativa que pugna en toda pregunta. Hace de la entrevista otro aspecto de su propia obra y para ello ataja cada palabra de su entrevistador con el desafío de generar una operación literaria. El ingreso de improviso de un chiste judío o de una cita pop aparentemente inconexa da cuenta de ello.

Estas entrevistas fueron editadas por primera vez en 2006, cuando la editorial Universidad Diego Portales era muy incipiente y se daba lujos que cualquier otra editorial universitaria no se permitía, ya sea por el sesgo que les inflige la academia, ya sea porque suelen no tener mayores ánimos comerciales. No se habían viralizado aún las entrevistas en video hoy clásicas que diera Bolaño en Chile en su primera visita, esas que con el tiempo erigieron esa figura deslenguada y corrosiva que entendía que la conversación podía ser también un campo de batalla, como dice Juan Villoro en el prólogo. Sin embargo, quedaba la sensación de ya haber oído su voz en los intercambios de ese libro que con el tiempo costó conseguir y que ahora podemos volver a leer gracias a editorial Bastante, que en la reedición suma un epílogo inédito de Alejandro Zambra.

¿Qué se encuentra en el Bolaño oral que no en el escrito? Si en su novelística hallamos su vida encriptada, destripada y vuelta a coser, como un Frankenstein de vida y ficción, en sus entrevistas nos internamos de lleno en su álbum familiar, en sus recuerdos más íntimos, duelos internos, sin ningún tipo de cosmética ni destreza ficcional. Curiosa muestra de calor vital de alguien que de algún modo ya estaba condenado a una vida breve. Pero a pesar de haber muerto a una edad prematura y en el cenit de su fama, Bolaño jamás adquirió esa mala costumbre quejosa del escritor provecto. Sus intervenciones son mordaces y juveniles. No tiene reparos en hablar del amor ni del sexo. En este sentido es curiosa su trayectoria, bastante working class hero, por decirlo de algún modo. No se sujeta a esa relamida idea fija de la precocidad pues no vive de la literatura sino hasta avanzados sus cuarentas, cuando se decide por la narrativa como género base; un inicio que podría localizarse en la publicación de sus biografías apócrifas de escritores nazis que alcanzó un relativo éxito. Luego vino Los detectives salvajes y desde entonces, como un tobogán, Bolaño no se detuvo.

Las respuestas a las entrevistas recopiladas en este volumen, además de los fragmentos compilados de muchas otras al final, son las de un escritor que, sin haber vivido de las mieles de la literatura gran parte de su vida, está en vías de consagrarse como un referente mundial. Alcanzado ya el pináculo, se permite despachar opiniones contundentes, pues tiene plena conciencia de su vasta audiencia, que puede utilizar a su favor o para diletar. Bolaño opta siempre por lo segundo. Quizás llevar la contra sea el modo más eficaz de rastrear la ética no sólo del otro, sino la propia. Es más, su literatura podría enmarcarse en un constante ejercicio ético, pues siempre tras sus personajes y tramas, ya sea el artista aviador de Estrella distante o la protagonista encerrada en un baño de Amuleto, hay una pregunta que podría encontrar en este volumen respuestas respecto a la propia obra: ¿por qué hace eso?

Bolaño por sí mismo. Entrevistas escogidas, selección y edición de Andrés Braithwaite, prólogo de Juan Villoro, epílogo de Alejandro Zambra, Bastante, 2022, 184 págs.