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Pese a ser una biografía, en El hombre que salvó a los cerezos (2021), la periodista japonesa Naoko Abe no pone el foco del protagonismo en Collingwood Ingram, sino en los árboles florales que ayudó a preservar. Ese desplazamiento es cada vez más habitual en la literatura contemporánea: de lo humano a lo no humano. Las existencias animales, artificiales o vegetales, que han aumentado su grado de realidad durante la pandemia, son progresivamente representadas en el centro de nuestras lecturas.
El poemario Botánica de la escritora chilena Ashle Ozuljevic se sitúa en esa tendencia cada vez más importante. Su primera parte (“Taxonomía”) se articula a modo de herbario o colección, a partir de catorce piezas tituladas como otras tantas plantas, con sus nombres técnicos (de “Carica Papaya” a “Macrolobium Taxifolium”). La segunda parte (“Cuidados de un jardín”) es un largo poema que culmina en una serie de píldoras en prosa, que dibujan un mito de origen vegetal contrapunteado por la palabra “miento”. Así, tras cada recuerdo de cuándo empezó su relación con las plantas, el siguiente lo desmiente, contradice, matiza o reformula, construyendo una autobiografía en fragmentos, el yo siempre en contrapunto con los árboles, las selvas, los parques forestales o las flores.
El cuerpo y la familia, el sexo y los padres, los amantes y las abuelas se van entrelazando con las descripciones botánicas de esas criaturas que nos acompañan desde siempre. El lenguaje poético y el científico se hibridan en un equilibrio notable y seductor: “La pared celular es una capa protectora rígida / que permite / a veces / el paso de algunas sustancias / que no saliva ni semen ni lágrimas de esta mañana o la pasada / noche temblando”. Por debajo de los versos y de la exuberancia de su imaginario biológico, circula una historia de amor y de duelo: “no me pregunten por qué no lo arranco / ni lo extirpo todo / por qué todavía cargar / y sobrellevar la espina de sus ojos-maleza / en la superficie completa / de las plantas / de mis pies”.
Ashle Ozuljevic, Botánica, Ediciones Liliputienses, 2020, 126 págs.
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