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Hace tiempo que el jazz puede pensarse menos como un género que como un diálogo abierto con el sonido más importante de nuestro siglo: el hip hop. Por eso, a la lista de nombres que han empujado ambos movimientos hacia el futuro, de Erykah Badu a Kamasi Washington, de Esperanza Spalding a Robert Glasper, de Christian Scott a Tunde Adjuah a Stephen Lee Bruner, se le pueden sumar los aportes de Kendrick Lamar y Flying Lotus. Pero hay otro nombre que no puede ser olvidado y es el de Georgia Anne Muldrow, un cerebro musical de Los Ángeles que viene explorando —en más de veinte álbumes— los límites del soul, el funk, el blues, el gospel, el ambient, la electrónica y, claro, el jazz como filtro de introspección existencial. El año pasado, bajo el seudónimo que le regaló Alice Coltrane, la artista lanzó un álbum que consigue lo más difícil: el efecto de la originalidad.
Inclasificable es una categoría que, muchas veces, se usa para evitar la disección de una obra y situarla en el lugar de lo no explicable. Otras veces, es un modo de descartar el análisis y acomodarse en la idea de un disfrute sin contexto. Pero algunas veces —las menos—, lo inclasificable puede contener un valor intrínseco. Una fuerza interna que deslumbra en el momento de su ejecución y, a su vez, deja huellas para ser reveladas más adelante. Este parece ser el caso de Mama, You Can Bet!, un artefacto de cuarenta y cuatro minutos que propone una dinámica tan emotiva como cerebral, tan visceral como etérea. Un álbum de peripecias, rupturas, alteraciones y rapsodias, donde coexisten la meditación ancestral, el comentario político y la abstracción formal. Un cuadro personal, familiar e inevitablemente social, que va de la balada reconfortante al canto chamánico, de la serenidad armónica al desconcierto rítmico, de la indagación introspectiva a la descarga de emociones nacidas del dolor, la rabia, la melancolía, la resistencia y la celebración de las raíces africanas.
Ambicioso sin pretensiones, lúdico sin pedantería, el collage de Muldrow vía Jyoti revela muchas cosas: de la herencia musical de sus padres, Ronald Muldrow y Rickie Byars, a la asimilación personal de gigantes como Sun Ra, Charles Mingus y el matrimonio Coltrane, pasando por la inspiración clave de Ella Fitzgerald, Betty Carter, Carmen McRae, Alberta Hunter, Dinah Washington, Fats Waller, Eartha Kitt, Bobby McFerrin, Milton Nascimento y otros cantantes que le enseñaron a usar la voz como un instrumento. A través de saltos e interrupciones, el álbum aborda fragmentos de blues, bebop, acid funk, jazz fusión, space ambient, gospel soul y otros estilos que se presentan desarmados por un movimiento vibrante, sugestivo y atravesado por un particular entendimiento del silencio. Pero lo más importante, quizás, es su capacidad para hacer un testamento sólido, no solemne. Una declaración contundente que no necesita exagerar su gesto. Arriesgada, ecléctica, sutil, terrenal y espiritual al mismo tiempo, la visión de Jyoti postula su propia forma de libertad.
Jyoti, Mama, You Can Bet!, SomeOthaShip, 2020.
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