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Otro Manhattan

Donald Antrim

OTRAS LITERATURAS

Donald Antrim llega a los lectores argentinos casi sin antecedentes. Si bien existen novelas suyas traducidas al español, son bastante difíciles de conseguir. Esto hasta hace poco, ya que Chai Editora acaba de publicar Otro Manhattan, una colección de cuentos notables traducidos por Matías Battistón. Advertencia: el hecho de que Antrim haya llegado sin antecedentes, sin carga previa, hace que el lector no lo vea venir y que su estilo, mezcla de sensibilidad, humor e inteligencia, lo lleve puesto.

En el demoledor cuento homónimo, que funciona como el corazón del libro, Jim, el protagonista, un tipo derrotado económica y mentalmente, que pierde la conexión del celular con la misma frecuencia que la cabeza, no puede ni siquiera comprarle un ramo de flores a su mujer y decide entonces robarlo, robar y correr, pero cuando se presenta ante ella las flores están destruidas. “Qué frustrante, después de haberse esforzado tanto en esquivar las espinas. Iba a tener que mandar a coser la ropa, pensó. Todo lo que tocaba, lo arruinaba”, dice el narrador. Esa es la cuestión en los personajes de Antrim: esfuerzo y frustración.

Si bien Otro Manhattan se centra en personajes perdidos, dañados (en principio: psíquicamente), su núcleo no es tanto que no se salva nadie (que sí), sino cómo se hunden e intentan salir (que no). Contra la neurosis y el alcohol no hay corazón que aguante: hay siempre un mal presagio, una luz esmeralda en el aire. Eso agita la mente, la trastorna, hace que el dolor perturbe hasta la psicosis y, lo que es peor, que no se pueda encontrar. Es como si Antrim en cada cuento se preguntara lo mismo: ¿de dónde viene el dolor?

Otro aspecto interesante es cómo el autor abre y cierra sus cuentos. En ese sentido, invierte la frase de Muhammad Ali: pica como una abeja primero y flota como una mariposa después. Es decir, Antrim sabe que la primera frase es la convicción con la que un autor entra en el texto y empieza, entonces, pisando fuerte para cerrar después casi en puntas de pie. En el medio, los personajes se pierden en la trama como si estuvieran en una fiesta en la que sobra alcohol y reina la confusión. Una fiesta como la que se narra en “Desde entonces”, que, como todos los cuentos, no se acaba, se interrumpe.

En estos siete cuentos, incluso en los más surrealistas (el que abre y el que cierra), hay de fondo una historia de “amor”; en realidad, es otra cosa, no es amor, son espasmos del amor, es algo que fue y que no vuelve. La vida es un gran proceso de descarte, dice Christopher, uno de los protagonistas de “Consuelo”. Tiene razón, ahora, ¿qué se hace cuando no queda nada por descartar?

El poeta Martín Rodríguez dice que hay dos clases de personas: los buscadores de originalidad y los mineros que se internan en la roca dura de los lugares comunes para extraer algo nuevo. Donald Antrim es, sin dudas, de los segundos. Los temas de Antrim, como los de Patrick, el escritor alcohólico de “Estanque, con barro”, son temas repetidos, sí, pero siempre encuentra algo nuevo para decir sobre esos temas: el alcoholismo, las pastillas, la infancia traumática, la inmadurez, la pareja como espejo, los suicidios frustrados, el amor perdido y, en especial, la presión del pasado. Nada los salva de eso, ni el arte.

 

Donald Antrim, Otro Manhattan, traducción de Matías Battistón, Chai Editora, 2020, 176 págs.

10 Dic, 2020
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