Sobre Pequeña Pamela, de Mariana Chaud, o Para leer después de… »
Gerardo Naumann / Pablo Katchadjian
—La obra va cambiando a medida que transcurre, lo que es natural, pero en este caso se debe, creo, a un motivo específico: la forma tragedia avanza deshaciéndose de todo lo que no es tragedia. Se deshace incluso de la autora.
—La obra se deshace de muchas cosas. A mí me pasó algo con los colores. El único color de
La mudita »
Irina Alonso
Vanesa Perelló
Una peluquera parlanchina, hacendosa, pendiente de los detalles y dedicada a satisfacer el deseo de los demás, irrumpe en la soledad del salón y se dirige al público como si tratara con clientes. La escenografía, el peinado y el vestuario nos ubican temporalmente en los años setenta, en la cotidianeidad de un oficio que hace de la apariencia su fortaleza
La experiencia trágica. Sobre Muy bodas de sangre, de Vivi Tellas y Agustina Comedi »
Marcelo Pitrola
“La aspiración contemporánea a la tragedia está viciada de una gran falta de coraje”, afirmaba en 1961 George Steiner en La muerte de la tragedia. Con su estilo incisivo y su siempre apabullante erudición, Steiner revisaba la tradición dramática occidental para argumentar que unas pocas obras no helénicas (algunas de Shakespeare y Racine, en síntesis) alcanzaron la cumbre de un