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La última exposición que presentó el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires antes del nuevo cierre de las instituciones culturales en la Argentina fue Alberto Greco ¡Qué grande sos!, con la curaduría de Javier Villa, María Amalia García y Marcelo Pacheco. El equipo curatorial, junto con el equipo de diseño expositivo del museo, eligió presentar el archivo —escrito y visual— de Alberto Greco a través de distintas materialidades y propuestas, con la finalidad de vincular diversos sentidos y así crear percepciones variadas que no se centran únicamente en lo visual. Lamentablemente, vivimos en un país que no valora —en tanto no conserva— los archivos que ha generado su cultura, por eso celebramos esta propuesta.
La exposición se despliega en la planta baja y el primer piso del museo ocupando tres salas. En la primera, se reproducen imágenes fotográficas en diferentes tamaños y formatos (copias de época dispuestas en vitrinas, reproducidas en pantallas y copiadas en un formato mayor), creando en el espectador un juego de percepción en diversas escalas. Es interesante cómo se presentan obras de las que no se dispone de material visual, tales como “30 ratas de la Nueva Generación”, que fue reconstruida desde la dimensión sonora: el espectador se acerca al dispositivo de exposición y escucha el ruido de garras de ratitas que intentan escapar.
Por otro lado, llama la atención la disposición de las obras en el espacio, que es el resultado del diseño creado en Brasil por Daniela Thomas y Felipe Tassara y trabajado junto con Iván Rösler y el equipo de diseño expositivo del museo. Los diversos recursos museísticos utilizados —realización de todo un piso nuevo, pintura en paredes, diseño de comunicación gráfica y visual tanto en paredes como en piso— fueron pensados para completar la experiencia del espectador. La ausencia de paredes en las salas que separen las obras crea la sensación de un espacio fluido, de una planta abierta, donde se entrecruzan tres ejes de lecturas propuestos por la curaduría: inscripción del artista, idea de proceso y aspecto comunitario. Por ejemplo, lo que se conoce como el período informalista en la trayectoria de Greco —que coincide con el inicio de su producción— se dispone en el medio de una de las salas ubicadas en planta baja, formando una especie de círculo que recrea la sacralidad de una planta central. De esta forma, el espacio condiciona de manera sutil la percepción del espectador a partir de los elementos presentes y del recorrido propuesto. Obras que, por sus materiales y técnicas, involucran de forma obligada el cuerpo desde la dimensión más táctil generan un espacio envolvente y protegido. No parece ser casual que las únicas obras que podrían generar una sensación de seguridad o de confort se muestren de esta manera. A su vez, la elección de presentar el Manifiesto dito dell’ arte vivo, que en 1962 empapeló las paredes de la ciudad de Génova, junto con la serie Encarnación Heredia mujer sufriente (1963), que lo ejemplifica en una misma línea continua de formatos ampliados hasta llegar a la materialización de sus preceptos, no podría ser más eficaz.
El uso del espacio involucra al cuerpo de forma particular. El equipo curatorial apela a la dimensión sensitiva de un cuerpo dinámico que se mueve en el espacio y a partir de estos desplazamientos genera vínculos variados con las diferentes materialidades que invaden todos los sectores de la sala, no sólo las paredes sino incluso los pisos. Impacta la sala del segundo piso, privada de luz, con excepción de la que emiten las pantallas que reproducen en loop imágenes de Greco en España realizando sus señalamientos.
En definitiva, el diseño sugerido para esta muestra transformó la producción de un artista hermético, que presenta un grado de decodificación con una cierta complejidad, en una propuesta ATP y sin caer en el cliché de generar espacios seductores para la selfie. Evita así fosilizar un archivo o, peor aún, crear solamente instalaciones atractivas —que poca confianza tienen en el espectador— para que el discurso después se anquilose en una fotografía compartida en las redes.
"Movimento, tempo, gente, conversazioni, odori, rumori, luoghi, situazioni" parecen ser los motores que impulsaron esta propuesta curatorial. Ahora queda esperar a que abran los aforos para revivir a partir de un archivo, más vivo que nunca, la propuesta de un artista que supo dejar una huella no sólo material sino también simbólica en la cultura del país.
Alberto Greco ¡Qué grande sos!, curaduría de Javier Villa, María Amalia García y Marcelo Pacheco, Museo de Arte Moderno, Buenos Aires, 8 de abril de 2021 – 1 de febrero de 2022.
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