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ARTE

La exhibición De tal palo está compuesta por cuatro muestras de cuatro artistas, estructura a partir de la cual, desde hace un tiempo, Laura del Barco y Cecilia Salomón realizan su labor curatorial en el Museo de las Mujeres de la ciudad de Córdoba. En 2016, cuando el proyecto que se venía llevando a cabo en el —por entonces— MUMU se vio desarticulado por lxs nuevxs funcionarxs provinciales, la comunidad artística se manifestó en su defensa y reclamó este museo para sí (mejor dicho, para el arte contemporáneo), pues había llegado a considerarlo un espacio propio, ganado. Desde entonces, Salomón y Del Barco tomaron la posta y fueron tejiendo una respuesta a esa demanda, pero para ampliarla y penetrar en sus posibilidades. Esto mediante un hacer que alcanza la sintonía fina necesaria para escuchar la actualidad del arte de Córdoba. Una actualidad que —si miramos el recorrido de las distintas muestras— no tiene que ver con “novedades” sino con lo vital, lo que teje relaciones en el tiempo y en el espacio, abriéndolos.

De tal palo habla de dos acciones atravesadas por una elección significante: desmenuzar y perforar. “Sin promesa, pero con insistencia”, dicen las curadoras. Así, esta muestra está cruzada de punta a punta por el signo de una astilla. Somos la herencia viva de algo que nos precede, sí. En el árbol de las genealogías, tenemos un poco de su forma, un poco de su materia. Pero otro poco es único, radicalmente diferente (no hay que olvidar que toda astilla, cuando se incrusta, se convierte en un cuerpo extraño). Y raspa.

En las primeras salas, los videos en animación 3D de Mónica Heller (“Del orden cósmico al orden cosmético”) nadan entre los imaginarios del cómic, el video game y el vaporwave. Son fábulas sin moral ni moraleja. Microhistorias cuyas locaciones van de una oficina de migraciones a ruinas al borde del océano, sin distinciones entre naturaleza y artificio. Los personajes componen un grupo de vivientes de formas humanas, animales, geométricas o protoplasmáticas. Todxs envueltxs en acciones que involucran cierta productividad mecánica, aunque sin fines aparentes. Las pesadillas que nuestra civilización ha heredado (y que reproduce) son protegidas por un atrapasueños que gira casi imperceptiblemente y que, al moverse, hace vibrar los píxeles de su núcleo esotérico.

En “Ma”, de Guiomar Barbeito, hay unos tapices de gran tamaño entretejidos con cinta ribonette, esa que se usa para hacer moños. Brillan blancos, negros, dorados. Las cintas cuelgan, se enrulan, barren el piso, descansan en él. Hay hojas de carpeta, vacías en el centro y garabateadas en los márgenes, hay poemas compuestos a partir de frases sueltas que la artista recorta de los cuadernos escolares de sus hijxs. Imprenta y cursiva, mayúscula y minúscula, birome punta fina. En japonés, ma significa pausa, lo que se abre y da lugar al intervalo. ¿La maternidad tiene algo de eso? En un punto es una apertura absoluta, de la que sale lo nuevo y —en buena medida— lo desconocido. Una fuerza plástica, entonces. Estas obras son regalitos para recordar esa apertura, ese trabajo poiético.

Marisol San Jorge presenta “La piedra en el pan”, una serie de pinturas, objetos y videos montados contra las paredes. Su pathos es la exquisita combinatoria —imparable— de forma y simbología, ya sea por vía de la gemelaridad, el encastre, la caricia o el acuchillamiento. Ella dice así: “todos los símbolos pueden resumirse en la espada, la luz y el cuenco”. El resto, sus astillas. Virgen y copita de helado, la polilla de la muerte, San Sebastián penetrado por todos los objetos punzantes del hogar. No se sale indemne de este mundo formal, de su rutina inmutable y helada, aunque sea un mundo de superficie pura. A las obras de San Jorge se llega como al punto caramelo o a la parálisis del sueño: mediante la contracción del espacio, y del corazón.

En la última sala encontramos imágenes de portadas de libros descargadas de la web, en ediciones reconocibles y alineadas una al lado de la otra (como en todo canon). María Inés Repetto ha titulado esta serie “Palabras tomadas”, y en su apropiación algo ha mutado y algo salta. El tratado político de Maquiavelo se ve exactamente igual a como lo vimos siempre, salvo porque se titula La princesa. El libro de ensayos que hizo conocido a Marcuse, La mujer unidimensional. El que concentra la teoría de la evolución de Darwin, El origen de la mujer. La artista repite esta alteración mínima con varios ejemplares de la “cultura occidental”. La operación es chica, pero el efecto es grande: se clava en los ojos, como una astilla de historia.

Porque la astilla, si bien es pequeña, para nacer salta y quiebra el origen. De a varias, las astillas también sirven para empezar el fuego.

 

Marisol San Jorge, Guiomar Barbeito, Mónica Heller y María Inés Repetto, De tal palo, textos de Fabiola Heredia, Espacio Cultural Museo de las Mujeres, Córdoba, 4 de junio – 24 de septiembre de 2021.

26 Ago, 2021
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