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Gejigeji

Mariela Vita

ARTE

Cruzamos la puerta de la galería Del Infinito y una manzana gigante cortada al medio parece mirarnos fijo a los ojos. ¿Nos mira con cara triste o es nuestro cerebro que nos hace ver rostros en objetos inanimados? ¿Pareidolia facial? En el universo de Mariela Vita las semillas de la fruta son, sin duda, ojos tiernos. En el fondo de la sala, una naranja y un pequeño pino se acercan en una pintura, “animados” a jugar con otra naranja en un parque misterioso. Llevan puestas pantuflas, que también tienen carita ¡kawaii!

Carla Barbero comenta en el texto curatorial que Gejigeji continúa la investigación de la artista sobre la cultura visual japonesa y la estética kawaii, y que además el acento está puesto en el mundo de los videojuegos. Y agrega que esa apariencia culturalmente asociada a la inocencia aquí se “convierte en un medio de adaptación al entorno, un camuflaje”. Asumo que todos hemos consumido (aun sin saberlo) algún producto de la cultura popular japonesa, pero ¿qué hay detrás de los personajes con carita tierna?

Según una antigua creencia japonesa, cuando cualquier objeto de uso cotidiano alcanza los cien años, es poseído por un espíritu y cobra vida (Tsukumogami o “espíritu artefacto"). De acuerdo con el trato que hayan recibido, se convertirán en seres benignos o malignos. Si fueron abandonados en la calle, entonces se vengarán. Para evitar ser perseguido por uno de estos seres antropomorfizados, en Año Nuevo se hace una gran limpieza y se agradece a los objetos antes de descartarlos o, más poético aún, algunos gremios preparan rituales funerarios para despedir a sus herramientas de trabajo y reconocer su servicio.

El antiguo folclore japonés está habitado por “demonios” o Yōkai, palabra que se traduce además como “espíritu”, “fantasma”, “monstruo”. Estos seres amorfos y terroríficos, con rasgos de diversos mundos (animal, humano y onírico) desfilan en la noche y aparecen representados desde el Período Heian (794-1185). Sin embargo, proliferan en los grabados Ukiyo-e del Período Edo (1603-1868) y se multiplican en rollos ilustrados como “Desfile nocturno de los cien demonios”. Recordemos que, para el sintoísmo, religión nativa del archipiélago, existen espíritus en cada elemento de la naturaleza y también en todo lo creado por el ser humano.

En la segunda posguerra, para reparar su imagen imperialista y “soportar lo insoportable”, Japón se embarcó en una tarea de autocastración de su pasado bélico y comenzó a infantilizar parte de su cultura, lo que dará origen a la estética Kawaii que conocemos hoy. Las primeras versiones dulcificadas e infantiles de estos seres aparecen en el manga “Hakaba no Kitarō” (1959), y el videojuego “Yō-kai Watch” (2013) terminó de consolidar la imagen kawaii de estos demonios. “Pokémon” (1996) —contracción de Pocket Monsters— también se inspiró en algunas de estas criaturas mitológicas y las transformó en adorables animalitos que ya no resultan aterradores, sino inofensivos compañeros de juego (Vulpix, y su evolución, están basados en el legendario zorro de nueve colas kyūbi no kitsune”). Estos seres tiernos generan instintos de protección y cuidado. En esta operación de “blanqueo”, aquello que antes inspiraba terror ahora despierta simpatía y compasión.

Como antesala para Gejigeji, Vita participó de la residencia Paradise en la ciudad de Matsudo, Japón. El programa ocupa algunos pisos vacíos de un ex love hotel y está ubicado sobre una sala de pachinko. Estas filas interminables de máquinas ruidosas, cruza de videojuego y pinball, logran burlar la prohibición de los casinos entregando a los ganadores bolitas metálicas que se pueden canjear por regalos, aunque todos saben que pueden venderlas por dinero en el local de al lado. Estas bolas de metal recuerdan a las monedas virtuales de Súper Mario Bros (1985) pero, a diferencia de aquellas, están en el mismo plano de realidad que nosotros.

Mariela Vita acuña sus propias monedas doradas con un orificio central cuadrado que flotan sobre la gran instalación del centro de la galería. En el anverso ha dispuesto un repertorio kawaii propio: flores de sakura, corazones con carita, un dragón encantador con dos colas y un elemento que neutraliza las malas energías. En el reverso inventa una tipografía y se lee V-IT-A, leyenda acompañada también aquí de unas caritas. Toda esta escena, coronada por una gran naranja (dan ganas de exprimirla con un abrazo), se conecta con dos figuras geométricas humanizadas en el patio exterior. Si bien la instalación no es transitable como algunas de sus obras anteriores, conserva algo del espíritu de los playgrounds y patios de recreos que forman parte de su fantástico catálogo de imágenes.

 

Mariela Vita, Gejigeji, curaduría de Carla Barbero, Del Infinito, Buenos Aires, 13 de julio – 16 de agosto de 2023.

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