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Oscar Masotta. La teoría como acción

ARTE

Dicen que repartía estampas de Evita cuando estaba prohibido hasta invocar su nombre; que tenía un yacaré de mascota y advertía a los invitados de posibles ataques a sus tobillos; que, ante tanta obstinación, consiguió que Torcuato Di Tella le regalara un auto deportivo que chocó a la vuelta de la esquina. Estas anécdotas, rumores que se suponen intrascendentes, en el caso del polifacético Oscar Masotta son esenciales: funcionan como piezas de un acertijo que acrecienta su mito.

Así nos daba la bienvenida La teoría como acción, muestra itinerante que comenzó en la Ciudad de México y pasó por Barcelona: la estampa de Evita ampliada a tamaño póster, un yacaré de plástico, restos de un auto rojo. Al otro lado, una gran pizarra negra, como un mapa astrológico, desparrama palabras aquí y allá: condición estética, cultura de masas, yo cometí un happening, vanguardia, semántica. Contundente introducción de un itinerario intelectual sobre el más polémico teórico del arte de los sesenta, itinerario compuesto por un torbellino de ideas que a fuerza de acción rompieron moldes.

Este porteño nacido en 1930 y exiliado en Barcelona, donde falleció con tan sólo cuarenta y nueve años, declaró alguna vez: “El arte sólo puede ser hoy de vanguardia”. Las obras que acompañan esta frase son un resumen de lo que venía sucediendo en aquellos años: el “Vivo Dito” de Alberto Greco, “La Menesunda” de Marta Minujín, el “Soldado del espacio” de Juan Stoppani, las “Aerocosas” de Rubén Santantonín. El material artístico de estos “imagineros argentinos” bastó para cuestionar sin reservas la estética de la imagen: “El tema aquí no es en absoluto la cosa, el objeto concreto e individual, sino esas densas atmósferas de inteligibilidad que llamamos lenguaje y que envuelven las cosas y sin las cuales no habría cosas”, diría el teórico sobre el arte y su relación con el universo semántico.

En la sala siguiente proliferaban obras de comunicación masiva, o más bien el material de archivo capaz de reconstruirlas: textos periodísticos, manifiestos, fotos y proyecciones televisivas. Greco, Dalila Puzzovio, Carlos Squirru y Edgardo Giménez realizaron obras de este calibre a partir de carteles publicitarios autorreferenciales. Minujín hizo de las suyas con “Simultaneidad en simultaneidad”. El “Grupo Arte de los Medios” (Roberto Jacoby, Raúl Escari y Eduardo Costa) fue un poco más allá cuando se atrevió  al “Antihappening”, la circulación en medios de un happening que nunca se hizo. Aquí entra Masotta con sus propias acciones: “El helicóptero” (dos grupos que son trasladados a distintos puntos de la ciudad y viven experiencias diferentes hasta volver a reunirse), “Para inducir al espíritu de la imagen”, (“un acto de sadismo social explicitado”, según sus propias palabras) y su obra de medios “El mensaje fantasma” (la proyección televisiva de un cartel de la calle que anunciaba que sería proyectado por televisión).

El mapa se completa y rebalsa: Masotta teórico del psicoanálisis, estudioso de la historieta, ladrón de libros que marcaba compulsivamente, fumador empedernido. Su hija Cloe intenta, como nosotros (a partir de fragmentos de un documental in progress que se reproducía en distintos momentos) echar luz sobre un hombre desdoblado en tantos otros. Al final (o al principio de este laberinto), un pasillo angosto exhibía fotos personales, cartas a su madre, pinturas propias y notas que revelan sospechas de su inexorable enfermedad. Estos aparentes escollos que imposibilitan la unidad permiten en cambio una proyección caleidoscópica, azarosa y revuelta de su vida y obra. Ana Longoni, la curadora, así lo quiso: “Muy lejos de componer un relato que canonice o estabilice su lugar, invocamos todo aquello de Masotta que aún provoca intranquilidad”.

La exhibición entonces se planteó como un homenaje, una revelación y una  exaltación de todas sus facetas, públicas y privadas: el autor, el happenista, el amigo, el anti antiperonista, el agitador, el polémico, el exiliado. La desmaterialización del arte, que tanto lo obsesionó, se traduce aquí en la propia, la de un hombre que fue muchos pero que siempre llevó su teoría, su palabra, a la acción.

 

Oscar Masotta. La teoría como acción, curaduría de Ana Longoni, Parque de la Memoria, Buenos Aires, 9 de noviembre de 2018 – 24 de febrero de 2019.

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