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ARTE

Desde el primer encuentro con El Chaco en 2006, Guillermo Faivovich y Nicolás Goldberg llevan casi dos décadas convirtiendo en arte el misterio de una lluvia de meteoritos que aterrizaron en Campo del Cielo hace cuatro mil años. Partidos al medio, obstinadamente inmóviles, decomisados o encapsulados en una caja de madera hasta el siglo próximo, los meteoritos son los grandes protagonistas de las obras, pero también el destino final de un viaje y el punto de partida de una investigación y un relato. No sorprende entonces que esos objetos celestes que surcaron el cosmos durante cuatro mil quinientos millones de años antes de llegar al Chaco Austral convoquen dos formas originarias del relato: el viaje y la investigación. No hay viaje sin narración, solía decir Ricardo Piglia razonando esos comienzos atávicos, pero también hay un origen en el adivino de la tribu que para descifrar rastros y vestigios oscuros compone un relato.

Una vez más en la saga ya nutrida de F&G, Otumpa es el relato de un viaje y una investigación. En el centro faltante de la narración está el Mesón de Fierro, el mítico meteorito registrado por primera vez en 1576 y convertido en leyenda por los conquistadores españoles desde la última vez que fue visto y documentado por la expedición de Miguel Rubin de Celis en 1783. Junto con el curador Javier Villa, F&G viajaron al lugar preciso en que el teniente de fragata y científico español salió en busca del Mesón con una comitiva de doscientos hombres a pedido del virrey Vértiz. Y aunque no encontraron el meteorito en el viaje, comprobaron una vez más que, como en el traslado fallido de El Chaco a la Documenta de Kassel, el arte no sólo se define por lo que es o no es, por lo que hace o puede hacer, sino también por lo que quiso hacer y no pudo. “Otumpa”, que en lengua chiriguana nombra la roca cósmica y también el cráter que posiblemente dejó el impacto del meteorito, da una clave.

Porque así, de hecho, opera Otumpa, reconstruyendo las huellas de una ausencia con una serie de vestigios que el visitante, como el adivino de la tribu, debe componer recorriendo la sala. Del viaje da fe una audioguía, el relato literal, y un video que, con vistas aéreas del lugar de la expedición original, delata otras ausencias. De la selva impenetrable que seguramente cubría el Gran Chaco cuando cayó la lluvia de meteoritos, sólo quedan delgadas franjas al costado del camino, resto elocuente del desmonte brutal que la transformó en plantaciones de soja transgénica y algodón, último capítulo de la expoliación endémica de la región, tras el saqueo de madera y tanino que grandes corporaciones inglesas consumaron desde finales del siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX.

De la cosa misma, en cambio, el espectador sólo encontrará un diminuto “ready made cósmico”: un ejemplar de diecinueve gramos probablemente extirpado en la expedición de Rubin de Celis que, después de otros viajes y otras investigaciones, F&G encontraron en el Museo de Historia Natural de Viena. Pero es posible imaginar el Mesón en tamaño natural a partir de una pintura a gran escala, copia a su vez de un dibujo original de la expedición, también perdido. Un hallazgo inesperado, sin embargo, le da color a la sala oscura: dos pinturas de Lilly Zollinger de Escribanich de 1999, encontradas durante el viaje en el Santuario de la Virgen de la Laguna de Mesón de Fierro, un pequeño pueblo que alberga una laguna, en cuyo fondo podría encontrarse enterrado el meteorito. En una de las pinturas, posiblemente inspirada por las historias que aún circulan en la región, tres indígenas observan un meteorito en el centro de la laguna. “Que ya lo tienen”, se lee sobre el cielo pintado en la tela, un final posible para el relato de Otumpa. Porque, aunque el misterio del Mesón de Fierro sigue intacto, el arte es capaz de inenarrables prodigios. F&G lo dan a ver multiplicado en los medios más diversos, a pequeña y a gran escala, en una sala en penumbras.

 

Faivovich & Goldberg, Otumpa, curaduría de Javier Villa, Museo Moderno, Buenos Aires, 29 de septiembre de 2023 – 29 de febrero de 2024.

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