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El bosque es el primer libro de ensayos de Derian Passaglia, autor rosarino que publicó anteriormente las novelas El alma de las colinas y Chicos de la calle (Blatt & Ríos). Si la palabra ensayo se siente muy cercana a “ensayo literario” y si los textos del libro reniegan de este parentesco por tener otra búsqueda, llamémoslo libro de no ficción. El bosque es entonces el primer libro de no ficción del autor, y el más personal.
Hay varias razones para eso. Una es que el registro diarístico no le es ajeno, y aun si puede leerse como una exploración muy libre del bosque como tópico o sensación, en la que cada capítulo aborda una obra artística o un personaje o una noticia trascendente, y recorre un camino que va de la literatura clásica al cine de autor, o de la industria cultural a cierta poesía, termina siempre inclinándose hacia un hecho personal, a veces personalísimo, de la biografía del autor. Lo vemos recordando la infancia en su ciudad natal. Lo vemos mudarse. Lo vemos incluso, si prestamos atención a los nombres femeninos que de vez en cuando deja caer, cambiar de pareja. El paso del tiempo, elemento indisociable del libro, que acompañó por muchos años como manuscrito inédito al autor, no sólo muestra un crecimiento en la escritura (en el estilo, en la aproximación a los objetos de estudio, en los temas abordados) sino que sanciona o atestigua la felicidad que provoca su lectura. Un escritor sólo puede vivir tanto tiempo dentro de un libro si en él es feliz, y la felicidad en la escritura es condición necesaria para la felicidad en la lectura.
El bosque empieza como tema (Caperucita Roja, Blair Witch Project, Bambi) pero termina como excusa (Thoreau, Hudson). Es un gesto y una evolución. De la consigna a lo inevitable, de la búsqueda al encuentro. De nuevo, se trata del texto como lugar de placer. En las novelas de Passaglia se puede reconocer la influencia de César Aira: la fuga hacia delante, el verosímil llevado hasta sus límites, la gracia en las transiciones. Llama la atención, por eso, que aquí, entre las obras que dan inicio a cada uno de los capítulos o en las que aparecen como digresiones, no aparezca alguna de Aira. De todos modos, acaso una comparación pueda ser iluminadora. En Vilnius, por ejemplo, Aira presenta al autor de una Historia del Arte inconclusa que se adentra a pie y sin preparación en uno de los bosques más extensos e inexplorados del planeta. Usa la metáfora del bosque como libro: “El bosque se alzaba frente a mí con la prepotencia del laberinto y el silencio del enigma”. En El bosque, en cambio, se habla del libro como bosque: “Acá se va terminando este libro, que me acompañó durante tantos años. Me cuesta soltarlo. Pensar en el bosque fue crearme un lugar de plena libertad y seguridad, al que podía volver cuando me sentía harto, solo, triste o contento, o solo cuando quería escribir, sin esforzarme por pensar en un tema, en una estructura, en nada”. Un lugar propio en el que internarse y experimentar el placer de perderse, en el que seguir un camino y ver a dónde lleva, un refugio del que salir arrastrando ramitas y abrojos de relato pegados a la ropa. Un espacio de la memoria, de la transformación y de la mezcla, donde se junta lo sublime kantiano con unos pantalones marca Ombú, la poesía china de Wang Wei con el movimiento de la pelota en el campito de fútbol, la trágica erupción de un volcán en Martinica en 1902 y la historia de la niña que sobrevivió con Google Maps.
Juan José Saer, personaje en la primera novela de Passaglia, tiene un único libro de poesía, El arte de narrar, que en sucesivas reediciones fue recibiendo el agregado de nuevos poemas. ¿Será El bosque el único libro de ensayos de Passaglia? ¿Lo seguirá escribiendo ad aeternum? ¿Lo estará escribiendo en este momento? La edición termina con una serie de fotografías del archivo personal del autor y un QR que lleva a un apéndice virtual de más de cincuenta páginas, una suerte de continuación o postvida fechada en 2025, que sin responder la pregunta la devuelve a los misterios del bosque mismo.
Derian Passaglia, El bosque, Objetos Personales, 2025, 160 págs.
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