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La editorial Pequeña Fortuna ha publicado el año pasado uno de esos libros que no deberían pasar inadvertidos: se trata de El borde azul de Fran Bariffi. El poeta parece trabajar con filminas transparentes superponiendo su cuaderno personal, postales de una ciudad en sepia y las sensaciones erróneas de habitar este tiempo. No lo hace desde la plástica, sino utilizando jirones del lenguaje como elemento multiespectral donde la escritura del presente asume una condición esquiva, entredicha.
“Quizá la humedad y el shampain / gratis / en la inauguración de una muestra / de arte / sean obras del mismo / artista / las dos caen / del cielo en Buenos Aires / las dos dejan algo tibio / y pegajoso / entre mi cuerpo y el resto de las cosas”. ¿Cuál es la materia de ese arte apenas enfocado? El rodeo emerge desde una escritura coloquial, pero poniendo en juego pequeños desplazamientos para que lo evidente se disipe en lo inmediato (esa materia informe). La pérdida, la incomodidad, la mezcla (desde esa poética del erotismo que pone en escena la diferencia entre el cuerpo y las cosas, a la intromisión de un visitante que no termina de contar de qué trata esa muestra de arte, un visitante entre sombras) atentan contra la economía comunicativa que se inmiscuye, muchas veces, en la literatura contemporánea.
Lo artesanal de la labor poética del cuaderno, del registro genuino, vital, se yuxtapone con la placa de lo no hablado y reversiona el tabú de las escrituras “del show” y la mercancía como parte del mundo que somos. El poema se resiste a ser una demanda real para la industria-humana de este tiempo. Así, cuando el sujeto poético de Bariffi dice “soy narcisista y mercantil”, lo hace asumiendo una intrusión en el juego de la oferta y la demanda de una sociedad en la que no es sencillo hacerse escuchar. Se trata de un yo (él/ella) que apela a producir un borde donde colocar a salvo el poema. ¿Cómo? Plegando capas de sentido más veces de lo que ese mismo material comercial podría aceptar.
“Tengo la fe / de que si lo escribo / en este cuaderno / puede volverse realidad. // […] como la promesa salvaje / de correr por un monte convertida / en zorro / escrita en letras tornasoladas / en un libro que a los 5 o 6 años / mi abuela me regaló”. La promesa salvaje podría sintetizar el gran tema de este libro.
Una fotografía que aparece al final nos presenta la multiplicidad de un escritorio: una luz central, manuscritos, pulseras y cocodrilos dorados. Es la conjunción del deseo, de ese deseo salvaje que acontece en la forma provisoria de un poema (para evadir el odio y su mérito, para zanjar los mandatos del consumo y su cronómetro) y del otro (el yo, el unx mismx) que no puede ser apresado por la sintaxis (otra forma de la economía). Ese orden diferente (no del todo vedado, no del todo expuesto) irrumpe como una poética. Es la huella marginal por la que el/la poeta elige perderse y escribir.
Fran Bariffi, El borde azul, Pequeña Fortuna, 2024, 38 págs.
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