Otra Parte es un buscador de sorpresas de la cultura
más fiable que Google, Instagram, Youtube, Twitter o Spotify.
Lleva veinte años haciendo crítica, no quiere venderte nada y es gratis.
Apoyanos.
Mientras embuchan cantidades ingentes de alcohol a lo largo de una noche interminable, dos amigos leen en un bar el diario perteneciente a un tercero desaparecido hace un cuarto de siglo, acaso muerto, e intentan desentrañar la maraña de circunstancias que rodea sus últimos momentos de vida. Así puede presentarse el argumento de La migración, primera novela de Pablo Maurette, quien en sendos volúmenes previos había demostrado ser un ensayista de erudición dúctil y elegante. Pero, para ser precisos, habría que invertir el argumento y colocar en primer plano la historia del amigo desaparecido, su certeza de una muerte próxima ligada a la historia de Rumania y a la creencia en la inmortalidad del alma, y relegar aquello que atañe al dúo de amigos como interrupciones al margen que irán ganando espacio en el transcurso de la narración hasta ocupar el centro del relato. Reanudando, entonces, tenemos a Aarón, un profesor de una universidad de Chicago, un “as de la procrastinación” que decide aplazar una incipiente tesis de doctorado sobre Giordano Bruno para ocuparse, a raíz del encuentro azaroso de un libro, del proyecto dudoso (investigación, novela o guion) en torno al crimen político de un desertor rumano, entendido ocultista y profesor de historia de las religiones, Ioan Petru Culianu, asesinado en el baño de la misma universidad donde Aarón da clases, un hecho real sucedido en 1991. Pasando en limpio: dos amigos en una Buenos Aires anclada moderadamente en el futuro del año 2041 leen el diario de un tercero, desaparecido en 2016, obsesionado con la muerte de un rumano ocurrida en 1991. Estas tres capas móviles (evitemos el manido y, en este caso, improcedente término mamuska) presentan la particularidad de acontecer cada exactos veinticinco años y se disputan la preeminencia de un relato de una ambición y sofisticación infrecuentes en la literatura argentina reciente.
El título de la novela aúna varias migraciones: la de un país a otro, ya sea para huir de un régimen totalitario o para formarse académicamente; la del alma cuando muere el cuerpo y viaja en busca de otro que la cobije; la de los personajes, que a lo largo de la noche se trasladan de un bar a otro en un descenso dantesco al centro oculto de la ciudad; la del género, que muta del policial al distópico; y la del argumento, que en sus ondulaciones de realidad y ficción, en sus alusiones cultas y apócrifas, en sus pasajes de tiempos y de narradores que se pliegan entre sí, compone un centro esquivo, portátil.
El ahínco enciclopédico que acusa parte del relato, amenazando con cubrir la lectura bajo un manto de sopor, se presenta mitigado por la chispa de unos diálogos aceitados y, principalmente, por su transporte, una escritura de registro amplio y —como dice el propio Aarón respecto de la de Giordano Bruno— “acumulativa, exuberante, juguetona”. Voraces, lúdicas y ufanamente leves, las páginas de La migración prodigan dosis de humor e inteligencia en un debut más que promisorio.
Pablo Maurette, La migración, Mardulce, 2020, 232 págs.
Tanto la literatura del siglo XIX argentino como la que gira en torno a este parecen inagotables. Hay, además, una fórmula popular que dice que “para escapar...
Tres amigos se internan en las islas que el Paraná forma en la zona de Rosario, a pescar: Darío, el Tarta y Marín, un jovencito al que...
En contra de la poca esperanza que provoca hoy en día la idea de leer algo nuevo dentro de la llamada “literatura de denuncia”, Faltas. Cartas a...
Send this to friend