Otra Parte es un buscador de sorpresas de la cultura
más fiable que Google, Instagram, Youtube, Twitter o Spotify.
Lleva veinte años haciendo crítica, no quiere venderte nada y es gratis.
Apoyanos.
La realidad, tal como alguna vez le hizo decir Anthony Burgess al protagonista de su obra más célebre —hablamos de Poderes terrenales—, juega a veces en las manos del arte. Que un libro como este, cuyo núcleo imperioso es el silencio, tome prestado desde el título el nombre de una localidad preexistente —de la que además proviene la propia autora— y que este sea un vocablo venenoso, omnipresente, tiene muy poco o nada de artificio; a lo sumo de ironía, o de amargo sarcasmo, y una vez más obliga a preguntarse si el huevo o la gallina, si la gallina o el huevo.
Pronunciamiento, el de la realidad y asimismo el de la ficción —que como sabemos no es espejismo sino apenas una dimensión paralela—, es un pueblo entrerriano de poco más de un millar de habitantes que debe su nombre a Urquiza, es decir, a aquella instancia liminar —la proclama o decreto con el que decidió enfrentarse a Rosas y al poder central— que en cierta medida determinara el destino de una nación. Un territorio cuya topografía mínima no reproduce pero invoca, acaso en el inconsciente, las promesas y tensiones del Far West. No es que aquí vaya a haber tiros, pero hay algo de esa intemperie, de esa fragilidad, que circula en más de un plano y le hace trampas a la imaginación.
El silencio al que aludimos más arriba es en lo fundamental un secreto, que aquí no se revelará, pero sí diremos que para la protagonista, Lelén, ocupa progresivamente casi todo el espacio. Uno de esos secretos que en el fondo no lo son porque en un pueblo todos pueden observarlos: un rumor que crece hasta lo insoslayable. Allí reside el primer y poderoso hallazgo de esta novela: la destreza de Sigot para esconder mostrando todo el tiempo, y para revelar sin estridencias, como si lo que contara fuese no una historia, nutrida de peripecias, sino un estado de ánimo, el signo de una vida.
El argumento es sencillo: una madre y su pequeña hija —Lelén, a quien veremos crecer hasta conformar su universo privado— viven en la pobreza, ayudadas por sus escasos parientes y en la cercanía —afectuosa, plena de confianza— de una de las familias mejor asentadas en el pueblo. Las vemos sobrevivir, acompañar el paso del tiempo desde su cercada cotidianidad, pero de a poco comprendemos que hay algo que nos excede, excede a las protagonistas y al pueblo mismo. Lo cristalino del argumento, es indispensable subrayarlo, no se traslada a las relaciones entre los personajes; Sigot no nos hace el favor de que podamos trazar una línea tan clara, ni descartar a casi nadie. Pronunciamiento es una novela de efectos, pero carente de efectismos.
Pese a su engañosa brevedad, logra dejarnos con la sensación de que cargamos con el peso de una vida entera, a partir de un centro que irradia, sin desplegarse jamás del todo. Se trata de un enorme esfuerzo de contención. Algún desprevenido podría intuir, luego de las primeras líneas y de ese paisaje reconocible, que estaremos ante otro ejercicio de costumbrismo, esa falta de ambición o de fe en la forma que sigue regalándonos, aunque apenas disfrazadas, toneladas de páginas. Sin embargo, su despojamiento inicial —alejado de todo melodrama— ya debería despertar sospechas. Y quizá el mayor logro de Sigot sea el de huir del blanco y negro, de los facilismos, del recorrido emocionalmente previsible. En ello reside su esencial, y violenta, incomodidad.
Belén Sigot, Pronunciamiento, Caballo Negro, 2023, 134 págs.
Hay obras en las que la idea lo es todo. Aunque Otras palabras. Jugar y crear con diccionarios tiene más de cuatrocientas páginas, la idea original de...
Segundos antes de iniciar la presentación de Lenguaraces, del más entrerriano que nunca Ricardo Zelarayán, un grito rompe el silencio en el auditorio David Viñas del Museo...
Quizá debido a no poder exhibir los cimientos de una sólida tradición realista, la literatura argentina se ha resignado al contrapeso de la adjetivación: realismo delirante, atolondrado,...
Send this to friend