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Dicen que uno no debería buscar amigos en la literatura. Leyendo 10.04 de Ben Lerner, sin embargo, me da la sensación, un poco inquietante, de que el libro quiere hacerse amigo mío. Será en parte porque el protagonista, “Ben”, tiene mi misma edad, en parte porque compartimos preocupaciones (calentamiento global, inseguridad social, ambivalencia y culpabilidad políticas, alcohol) y aficiones (mujeres artísticas y enigmáticas, Volver al futuro, dinosaurios, alcohol), en parte porque Ben tiene un sentido del humor encantador y muy gracioso, en parte porque me confiesa sus problemas en las primera páginas (acaba de enterarse de que podría sufrir muerte súbita en cualquier momento y de que su mejor amiga quiere que la ayude a concebir un hijo) y, lo que es aún más importante, porque uno pasa con él un muy buen momento. También coinciden nuestros gustos literarios. Pero allí nuestra amistad incipiente se traba un poco: el protagonista, como el “verdadero” Ben Lerner, ha recibido un adelanto “de seis cifras” por un libro que todavía no ha escrito, basado en la recepción crítica de su primera novela y un cuento que se editó en The New Yorker. Uno debería alegrarse por el éxito de los amigos, pero ¿qué pasa cuando se tiende a pensar que es un éxito inmerecido? ¿O producto de un malentendido, por lo menos?
10.04 es una novela sobre la concepción de la novela 10.04. Hay reflexiones sobre el tiempo, la historia, la memoria y la mortalidad; escenas cómicas y no tan cómicas muy bien construidas; observaciones agudas sobre Nueva York y el arte contemporáneo; una apreciación exagerada de la importancia de un par de huracanes; fotos en blanco y negro (un guiño irreverente a Sebald); un proyecto escolar sobre el apatosaurio y hasta fragmentos de un poema. De un breve paseo por las críticas en inglés se recogen palabras como “revolucionario”, “vanguardista” y “experimental”; pero creo que para acordar con eso habría que olvidar la obra de Cervantes, Proust, Joyce, Beckett, Nabokov, Borges, Sebald o Robbe-Grillet, por nombrar a algunas figuras de la literatura universal, o Barthelme, Foster Wallace o Pynchon si se trata de algunos compatriotas de Lerner. No es su culpa recibir elogios así, pero acaso sería más adecuado para la crítica decir que 10.04 ha tomado varias ideas de la literatura verdaderamente revolucionaria y las ha filtrado y neutralizado (como en la novela se filtra y limpia el esperma “anormal” del narrador). Es decir, las ha redirigido hacia un público que aún sospecha de toda escritura que amenace con alejarse demasiado del modelo de la novela decimonónica o, citando a Zadie Smith, el “realismo lirico”. Probablemente 10.04 sea la novela más ambiciosa que se puede escribir cuando hay que justificar un adelanto de seis cifras. Y quizás por eso el narrador es tan solícito (hasta creo detectar notas de contrición). Pero lo que se me ocurre al leer a mi putativo amigo —con quien, repito, lo he pasado muy bien— es que, si bien tiene la capacidad para hacer algo realmente grande, por el momento se ha quedado por debajo de sus posibilidades.
Ben Lerner, 10.04, traducción de Cruz Rodríguez, Reservoir Books, 2015, 288 págs.
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