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Territorio de luz

Yuko Tsushima

OTRAS LITERATURAS

Una mujer recién separada necesita alquilar un departamento para vivir con su hija de dos o tres años. Se trata de la primera aventura de su nueva vida. Su marido la acompaña, se pone al frente de la búsqueda, como si las cosas no hubieran cambiado entre los dos. Ella lo ve natural, se acostumbró a descansar en él, lo encuentra placentero. Lo único que tenía que hacer era estar callada y seguirlo. Pero su ayuda no es generosa ni desinteresada, arrastra un desprecio. Le dice: “Si intentas hacerlo sola, seguro que te engañan. Y si terminas mudándote a un sitio raro me quedaré intranquilo y no podré dormir”. Juntos visitan departamentos lindos y luminosos. La luz es siempre un símbolo. Cuando el marido se cansa y la deja sola, mientras su imagen se aleja, ella detecta cierto brillo en su negrura, como si se tratara de los ojos de un animal.

Ahora que busca sola, los nuevos departamentos son feos y oscuros. Encuentra uno que podría funcionar, le gusta mucho. Se extraña de que esté disponible. Hasta que le confiesan que allí hubo un suicidio colectivo: “Nada sucio; lo hicieron con gas”. La inquilina siguiente, varios años después, se ahorcó. Desde entonces sigue vacío. Cuando ella levanta la vista, después de escuchar a la agente de la inmobiliaria, se le aparece junto a la llave de gas, flotando sobre el tatami, la imagen de un cadáver doblado en dos. Territorio de luz es una novela realista; incluso esa imagen del cadáver, desde el comienzo mismo de la historia, se siente verdadera. Ella sale corriendo de ese departamento y dice: “Yo no tenía fuerzas para vencer a los muertos”.

Hay algo del suicidio que parece enraizado en la historia y la cultura de cada japonés, pero en el caso de Yuko Tsushima, la autora de la novela, el vínculo no es espiritual o etéreo, sino bien concreto y palpable. Tsushima, que falleció en 2016, fue hija de Osamu Dazai, uno de los escritores modernos más famosos en su tierra. Dazai era un seudónimo, su verdadero nombre era Shūji Tsushima. Para los japoneses Dazai fue, más que un escritor, una estrella. Muchos de sus cuentos y novelas alcanzaron el rango de clásicos. De este lado del mundo, fue uno de los primeros japoneses en ser traducido tras la guerra, porque hablaba del Japón derrotado. Sin embargo, su fama aquí sigue siendo más secreta que la de Kawabata o Mishima. Como ellos, Dazai se suicidó. En 1948, en la cumbre de su carrera, después de varios suicidios fallidos, se arrojó al río Tama con su amante, cumpliendo con un shinjū, un doble suicidio por amor. Dejó atrás a su esposa y a sus hijos, la pequeña Yuko entre ellos.

Cuando se concreta la mudanza de madre e hija en Territorio de luz, asoman las dificultades de la maternidad, sin velos románticos. La niña llora todas las noches (siempre a la misma hora, a las dos de madrugada y de nuevo al amanecer) y la madre no piensa qué puede hacer para que su hija duerma, sólo se preocupa por su propia falta de sueño y por cómo evitar que ella la despierte. Escribe Tsushima: “Antes de dormir, empecé a beber más whisky de lo que mi cuerpo podía aguantar”. No puede abrazar a su hija por la noche, el mero hecho de verla llorar la enfurece. Pierde las fuerzas para llegar a tiempo a la guardería y para buscarla después, a la salida del trabajo, donde cumple horas extras. Y recibe consejos sobre su matrimonio fallido, todos se creen con derecho a compartir su sabiduría con ella: “No se separen por tonterías”, “Lo que tiene ahora es lo mejor que va a tener en su vida”, “Una mujer sola nunca llega muy lejos”. Mientras tanto, la luz del nuevo departamento protege a madre e hija, que se quieren tanto.

Una anécdota más vinculada al suicidio, o a la maternidad y el rol de la mujer en la sociedad. Una mujer se arroja a las vías del subte. Se amontona la gente, que va y viene, muchos se quedan a mirar. Ella también siente que no debe marcharse. Piensa: “Esa persona había estado ahí de pie, sin que nadie advirtiera su presencia. Y ahora que se había arrojado a las vías, ahora que había sido aplastada por las ruedas del tren, ahora que su cuerpo sangraba, tenía a toda esa gente mirando”. Territorio de luz recibió el Premio Noma en 1978. Cuarenta años después, Impedimenta rescata esta novela y a su autora, que no había sido traducida antes al español, acaso porque se adelantó a su tiempo.

 

Yuko Tsushima, Territorio de luz, traducción de Tana Oshima, Impedimenta, 2021, 200 págs.

24 Jun, 2021
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