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Todos los días estoy aburrida y lloro

Natali Aboud

TEATRO

¿Quién no escribió diarios de chica? Diarios con candadito, con felpudo, con stickers de Hello Kitty. Diarios en cuadernos A4, en post-its, en notas del celular. Diarios de secretos, de intimidad, de emoción acumulada. Diarios diarios, semanales, mensuales, con frecuencias variadas según cada momento. ¿Quién no tuvo alguna vez eso que Susan Sontag llama un confidente sordo?

En Todos los días estoy aburrida y lloro. Diarios tempranos conocemos las escrituras púberes, desenfrenadas, de Jose y Dani (Josefina Botto, Daniela Korovsky), dos chicas que sufren y disfrutan con la misma intensidad. Para quienes somos coetáneas de ellas y vivimos nuestra niñez y adolescencia entre los noventa y los dos mil, la obra es un viaje al pasado: Sailor Moon, All Stars verdes, Caramelito, los Sims, cajitas de aparatos flúo, buzos de egresados, ICQ. Después están las referencias atemporales, como los dedos en la garganta, los primeros amores y rupturas, las obsesiones, las hormonas, los cortes, la intensidad, el sexo precoz, los gritos. Todo en la obra de Natali Aboud grita adolescencia.

Estamos en un jardín delantero de una casa en Belgrano. Las funciones se suspenden por lluvia. El teatro vuelve a depender del clima y de la buena fe de los vecinos. La exposición es total. Nosotros escuchamos el ruido de los autos, los que pasan por la calle escuchan la obra. Esa voluntad púber de que todos sepan todo, de sacar afuera, de escupir, está dada desde la propuesta escenográfica. Vemos videos de las actrices de chicas, nos muestran sus diarios. Lo estrictamente autobiográfico se mezcla con la ficción que necesariamente aparece con cualquier retrospectiva.

La irrupción del otro nos saca del papel. Cuando aparecen nombres, personas, incluso cuando las dos chicas interactúan entre sí, aparece otra característica fundamental de la adolescencia. Nos hacemos con otros. Deseamos con y a otros. No podemos estar todo el tiempo dialogando con el querido diario, algo del afuera tiene que incomodar para seguir adelante. La puesta en este punto es fundamental: ¿hay algo más púber que gritar lo que nos pasa a través de una ventana?

Todos los días estoy aburrida y lloro es una obra que te genera ganas de escribir. De revolver cajas que juntan polvo en algún armario y leer aquellas cosas que escribías de chica. De volver consciente el paso del tiempo. De recordar lo que no escribimos, que, como dice Jose, es mucho. De enterrar y de desenterrar. Una oda a la nostalgia, a la adolescencia, y a los años 2000.

 

Todos los días estoy aburrida y lloro. Diarios tempranos, de Natali Aboud, Josefina Botto y Daniela Korovsky, dirección de Natali Aboud, Barrancas de Belgrano, Buenos Aires.

23 Dic, 2021
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