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La pintura y los espejos tienen la capacidad de multiplicar la realidad. “Yo que sentí el horror de los espejos” es el título del poema donde Borges señala a estos objetos como insomnes y fatales por duplicar el mundo en el que vivimos. ¿Por qué no mejor multiplicar las formas y colores de nuestras esculturas favoritas? Eso es lo que la artista Laura Ojeda Bär comenzó a pintar hace más de dos años con el proyecto Decolonial GIFT SHOP, que consiste en una serie de pinturas al óleo, de pequeño formato, sobre obras de otrxs artistas que la fascinaron. Una colección de bolsillo es un capítulo más de este proyecto, pero con algunos cambios. La propuesta curatorial, a cargo de Irene Gelfman, buscó rescatar y reproducir una sola obra, Ancestro alado (1962), de la artista argentina Alicia Penalba.
El modo de trabajar de la artista en esta ocasión es una sucesión de traducciones que saltan de un medio a otro. Como se menciona en el texto de sala, “las piezas expuestas fueron producidas a partir de un proceso específico de producción. Primero se tomaron fotografías de la escultura, y a partir de estas la artista realizó las pinturas”. En efecto, este proceso creativo parte del objeto real escultura, luego atraviesa la primera virtualización —la fotografía— hasta llegar a la segunda virtualización, la pintura. Durante este recorrido, y como sucede en toda traducción, hay algo que se conserva, algo que se pierde y algo nuevo que surge. De esta forma cada pintura es un replicante de la escultura, pero cuenta con ciertas singularidades que varían respecto del modelo. Esto sostiene “la idea de que un mismo objeto puede generar infinitas imágenes”, como explica la artista. En cada una de estas obras emerge algo inédito, fresco y original.
En Una colección de bolsillo no sólo se muestra una porción de la infinita cantidad de imágenes que un mismo objeto puede generar, sino también todo un universo de diferentes escenarios. En este aspecto, la pintura funciona como el medio que habilita a imaginar entornos donde la escultura de Penalba puede ser (re)presentada. La artista proyectó un recorrido que sigue diversas motivaciones: Ojeda Bär imaginó las posibles luces y sombras, los reflejos y colores, dependiendo de una idea, recuerdo, sensación, capricho y así ad infinitum. Pareciera como si llevase en su bolsillo la escultura y la usase como modelo/amuleto para sacarla y ubicarla en diferentes ambientes. De esa manera, las obras creadas especialmente para esta muestra nos acompañan hacia la intimidad psicológica de la artista y nos muestran su fuerza imaginativa.
Hay dos detalles a resaltar en esta exhibición. El primero es el juego en la representación de lo mismo y la presentación de lo diferente. Es decir, que el mismo objeto representado (la escultura) justifica veintiún ángulos de vista diferentes, veintiún tiempos diferentes y veintiún formatos diferentes. La repetición y la representación de un único modelo actúan como el argumento de una presentación única cada vez. El segundo es un recurso distintivo y recurrente dentro de la obra de la artista, el glitching pictórico. Esta perturbación de la realidad aparece ahora en dos obras y actúa como reacción contra el hiperrealismo, las imágenes en alta definición y el retoque fotográfico. Pero, al mismo tiempo, es un recurso estético que vuelve bello lo deforme con un alto grado de observación y destreza técnica.
La escultura de Penalba y las pinturas de Ojeda Bär laten al unísono en una misma sala. Este cruce generacional denota el interés y la importancia de generar nuevos relatos genealógicos dentro de la curaduría del arte argentino. Una colección de bolsillo expande el proyecto de Ojeda Bär hacia nuevos horizontes personales y logra una apropiación ingeniosa y sensible de la historia y la forma de trabajar.
Laura Ojeda Bär, Una colección de bolsillo, curaduría de Irene Gelfman, ciclo Explorando la colección # 8, Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat, Buenos Aires, 22 de abril – 3 de julio de 2022.
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