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Los escritores suelen tener una relación íntima con sus materiales de trabajo: la pluma, la lapicera, el papel, la máquina de escribir, la computadora. En El siglo de la máquina de escribir, el historiador Martyn Lyons se centra en este dispositivo y, por lo tanto, en el siglo XX, para investigar los modos de conexión entre escritura y tecnología, para plantear preguntas e hipótesis sobre las consecuencias que tienen sobre el estilo literario. Su corpus se conforma, en gran medida, de una recopilación de declaraciones públicas y privadas de escritores angloparlantes sobre las consecuencias de su trato con este aparatito ruidoso y particular. Así, construye una historia cultural de la escritura mecánica, un análisis de las imaginaciones y prácticas vinculadas con ella.
Los once capítulos que constituyen el libro, bastante heterogéneos, le permiten examinar, de Inglaterra a Australia y de Estados Unidos a Francia, un panorama de lo que Lyons llama la “tiposfera”, “la comunidad imaginaria global de usuarios de máquinas de escribir que comparten prácticas y problemas comunes”. Para eso, establece un diálogo crítico con otros pensadores y repasa la historia de la invención y el desarrollo de la máquina, el papel que tuvieron allí inventores, inversores y fuerzas históricas, las incertidumbres y los desvíos que forjaron tanto el éxito como los límites de un aparato que supo ser emblema de lo “moderno” y representar el progreso y su velocidad. Así, por ejemplo, expone el proceso de modernización de las oficinas y el papel de la mujer en él. Comprender cómo el surgimiento de un dispositivo mecánico contribuyó a una nueva división sexual del trabajo resulta a la vez esclarecedor e inquietante. También analiza las vanguardias, cuyas estéticas se interesan, utilizan y cuestionan el nuevo manejo de espacios y posibilidades gráficas. “Cuando compongo con la máquina de escribir, siento que tiro por la borda todas esas largas oraciones que solía adorar. Frases cortas, como las de la prosa moderna francesa. La máquina de escribir es conducente a la lucidez, pero no estoy seguro de que fomente la sutileza”, cita a Eliot.
Para algunos autores, la práctica reforzó la dicotomía entre cuerpo y máquina y por eso la vieron como un obstáculo. Henry James y Erle Stanley Gardner intentaron superar esta dificultad dictando directamente o grabando sus textos para que luego los transcribiesen, lo que introdujo una nueva dimensión en la antigua relación entre escritura y oralidad. Por el contrario, otros adoptaron a la máquina casi como una extensión de sus cuerpos. Enid Blyton y Jack Kerouac, por ejemplo, creían que su uso les permitía acceder al inconsciente de forma más fácil, rápida y natural, liberando su creatividad. La consideraban una herramienta indispensable para su enfoque automático de la escritura, que apuntaba a la espontaneidad y rechazaba la premeditación, la corrección y la edición. “A veces el esfuerzo que hago al escribir se vuelve tan fluido y parejo que es demasiado lo que se me arranca de una vez y me duele”, escribió Kerouac. Lo manuscrito y lo mecanografiado, de todos modos, están íntimamente vinculados: una tecnología nunca reemplaza definitivamente a la que la precede, sino que reorganiza sus usos. Lyons muestra cómo notas preparatorias, adiciones y correcciones escritas a mano sobre el texto mecanografiado se complementan durante todo el proceso de escritura.
El siglo de la máquina de escribir no constituye una historia exhaustiva de la máquina ni de su impacto en la cultura o la industria cultural. Conduce, sin embargo, de un modo atractivo y entretenido a la discusión de problemas propios de los escritores. Alan Badiou escribió que la pasión del siglo XX no fueron lo imaginario o las ideologías, sino lo real. Podría decirse que la presión contra las teclas y el repiqueteo de los tipos presionando sobre el papel participaban de ese afecto. Actualmente no hacen falta la fuerza ni el ruido para fijar unas letras que se encaminan velozmente a su obsolescencia sin que nadie preste demasiada atención. Quizás algo de esa pasión por lo real se haya alejado de nosotros junto con la pesada, vetusta y leal máquina de escribir.
Martyn Lyons, El siglo de la máquina de escribir, traducción de Sofía Odello, Ampersand, 2023, 406 págs.
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