Otra Parte es un buscador de sorpresas de la cultura
más fiable que Google, Instagram, Youtube, Twitter o Spotify.
Lleva veinte años haciendo crítica, no quiere venderte nada y es gratis.
Apoyanos.
Si la edición de Los diarios de Emilio Renzi, obra descomunal en tres tomos, había abierto la puerta a la tensión entre vida y obra que en cierta medida definió las ficciones de Ricardo Piglia, la reciente aparición de una larga conversación en etapas con Horacio Tarcus y otros interlocutores desde 1998 es el cierre de esa misma puerta para abrir otra, la de los dichos y rumores en torno a su figura en los sesenta y setenta y en el presente del diálogo. Pero que se entienda bien: eso no significa desmerecer el libro. Muy por el contrario, es darle su lugar específico tanto en la obra de Piglia como en el proyecto de reconstrucción de la historia de las izquierdas en la Argentina de Horacio Tarcus. Introducción general a la crítica de mí mismo se lee como un apéndice al segundo tomo de los diarios de Renzi, una puesta en negro sobre blanco de algunas cuestiones allí mencionadas, un recuento detallado de vínculos, desencuentros, tensiones y riesgos asumidos entre el golpe de Juan Carlos Onganía y el del 76, hasta la llegada de la democracia y los reacomodamientos del campo intelectual frente a ese acontecimiento.
En un tono que tiene la frescura de una conversación entre gente que se entiende, busca puntos de coincidencia y, sobre todo, se permite la ironía, la recuperación de polémicas o la identificación de amigos y contrincantes en un amplio mapa de tensiones, es posible recorrer el tercer cuarto del siglo XX de nuestro país desde la biografía de un Piglia que es más Piglia que Renzi, esto es, más historia que ficción. Desde su distancia con el peronismo por populista hasta su giro al marxismo en la universidad, luego al trotskismo y finalmente al maoísmo, el ida y vuelta con Tarcus va encontrando nodos que no son otra cosa que nombres propios con los cuales hay disputas nunca del todo resueltas. Con Abelardo Castillo, por ejemplo, y la crítica a El Escarabajo de Oro, revista a la que Piglia entró por un concurso de cuentos y salió marcando abiertamente sus distancias con el PC tradicional, que se quedaba del lado de los intelectuales y parecía abrazar lo colectivo pour la galerie. O las idas y vueltas con los Viñas, primero con Ismael (que reclamaba una literatura con más “obreros” retratados) y luego con David, una tensión profusamente desarrollada en el segundo tomo de Los diarios. Pero se detalla además su viaje a China, el regreso de esa travesía con la plata justa entregada por el partido que sirvió para fundar Punto de Vista, o las diferencias con Carlos Altamirano y, sobre todo, con Beatriz Sarlo, con quien no comparte la búsqueda de una inserción en la universidad terminada la experiencia de 1976-1983. Pero también están las anécdotas (como el uso de un camión como redacción de la revista para evitar tener una oficina fija en los tensos años de la dictadura), el reconocimiento de intelectuales no del todo reivindicados en el presente (como el imprescindible José Sazbón) y los amores que cruzaban política y compromiso (Josefina Ludmer). Y claro, los héroes de la ideología espontánea (Rodolfo Walsh).
La gran pregunta que recorre el libro, en definitiva, es qué tipo de intelectual era Piglia en los sesenta-setenta y en el presente de la conversación. Él mismo reconoce haber pasado de ocupar un lugar más político que literario en aquel momento a desentenderse en alguna medida de la política, entre otras cosas, por su rechazo a buscar el consenso o la figuración pública que en cambio encontró Sarlo. Ese retiro autoimpuesto implicó radicarse en Estados Unidos en el mismo momento en que comienzan estas conversaciones, una lejanía geográfica que le permitió tomar distancia. Frente a su crítica al intelectual que interviene en la política real, cabe por fin preguntarse sobre la incidencia de un intelectual en Princeton añorando melancólicamente sus años argentinos. El Piglia biográfico termina, por avatar de la charla, en el Renzi de Respiración artificial: evocando, desde lejos (en la distancia crítica y, aquí geográfica, como en el cine, fuera de campo), lo que fue. Pero, aún más, lo que pudo haber sido.
Ricardo Piglia, Introducción general a la crítica de mí mismo. Conversaciones con Horacio Tarcus, prólogo de María Moreno, Siglo XXI Editores, 2024, 224 págs.
¿Qué es una seguridad progresista? Esa es la pregunta que se hace la antropóloga y ex ministra de seguridad Sabina Frederic en su más reciente libro, y...
Manuel Quaranta pertenece a esa rara y afortunada especie de escritores que sólo se sienten escritores cuando escriben. Contrario al autor profesional (estirpe Vargas Llosa) que tiene...
Diez años pasaron desde la muerte de Tulio Halperin Donghi, el gran historiador argentino. La producción historiográfica de Halperin Donghi, discípulo de Fernand Braudel y de José...
Send this to friend