LITERATURA ARGENTINA

Antes que la construcción de una escena, antes que la diagramación de un trasfondo para que el lector reponga, este libro es el intento de tirar la red sobre un lenguaje. Resulta fácil disponer las circunstancias, los hechos, las personas como en un non fiction, y referir la historia de los emigrados frente al inicio de las obras de la central hidroeléctrica Yacyretá-Apipé, sus consecuencias, sus resistencias, sus asimilaciones. En cambio, prestarle el oído y luego la letra al cúmulo de vibraciones y reverberaciones generados en el habla, en la experiencia del narrar, cuando el acontecimiento tiene lugar en una triple frontera, se torna complejo. 

En esa tónica, Cota 83 nos invita a recorrer sus poemas como en una película de una sola toma en la que los personajes salen a rozarnos con su historia en un relámpago imposible de retener para los ojos, como en El arca rusa de Sokurov. La trenza de lenguas (español, portugués, guaraní) no sólo implica una composición intensa y continua, sino también una instancia en la que las significaciones de la frase, o directamente de las palabras, pasan a un lejano y lateral segundo plano. Cada poema importa una respiración de cuero, como la del yacaré que asoma el lomo por encima del agua. 

Lo visible radica entonces en lo que no se distingue ni se comprende. La turbiedad expresiva de cada enunciación se impone como un plano donde habita el verdadero juego del lenguaje. Algo así como una superficie de estanque en la que las burbujas que vienen del fondo resaltan más a causa de la espesura de la capa de verdines. Eso que sube es la vitalidad de la experiencia, el grito sordo de lo humano, localizado en el límite de tres países y, por tanto, un intraducible cuyo impacto sobre la capa de las lenguas opera como un grabado en vez de conllevar una articulación simbólica. 

“Todo / morado catingudo mi grito / fue la noticia / que existo”, dice alguien en una especie de canto estructurado como una balada de Woodsworth o un epitafio de Spoon River. Esa consistencia y ese color epidérmicos dejan a la luz la fuerza que empuja desde los adentros de cada voz. El poema ocurre ante el lector como un menjunje en el cual deben interpretarse los movimientos sonoros y gráficos con independencia de cómo llegaron hasta ahí. Así, se escucha un diálogo en el que se le pregunta a un bagallero “¿Qué pasaste anoche, brazuca?” y su respuesta es “Yaguá. / Ni nunca. / Eu sou bien aryentino gracias / a deus”. La clave no reside en el entendimiento entre los interlocutores o entre el texto y el lector, más bien debe ser la vivencia del borramiento de los límites de las lenguas, la percepción de un sustento esperántico. 

“Les repito, Lila mbarete poguasú / es el pecho o la garganta / o las dos cosas”, susurra un poema breve y aparentemente despolitizado, pero en esa libertad de dejar correr la necesidad de expresión nace el principio de una revuelta: nombrar apartados de las acepciones del amo. En suma, lo que hay de vivaz en esta aventura es el descontrol del canto, como si quien invocara fuese un tarareador permanente que desconoce la totalidad de la letra, y por eso lo abordan los lapsus y las lagunas que hay que rellenar con un balbuceo que, a fin de cuentas, termina siendo el núcleo de lo dicho. 

El desastre ocasionado por el progreso sólo encuentra su forma de evidenciarse entre los hombres gracias a las desinteligencias entre los idiomas. Es que la lengua, en tanto organismo que se pretende normativizado, no conoce otra manera de cumplir con su naturaleza que no sea sumergiéndose en y regresando de sus propias oscuridades. “El corte no busca / triunfos sino / empujar la nota”, asegura un poema cuyo tema serían la música y la protesta, y con esto revela el esfuerzo de llevar al centro de la plaza pública lo que nadie puede mirar con fijeza.   

 

Darío Poterala, Cota 83, Media Res, 2025, 62 págs.

16 Oct, 2025
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