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Inmersión, de Mariano Vespa, no es estrictamente una biografía sobre Rafael Pinedo. Si lo fuera, sería modesta, apenas unas noventa páginas con varias entradas siempre concisas. Más bien, como lo indica su subtítulo, es una imagen proyectada, es decir, impuesta sobre el personaje por una mirada de autor en permanente conflicto consigo misma (“siempre con algunas nubes, en el campo visual y en mis búsquedas”).
Porque en paralelo al personaje Pinedo hay un personaje Vespa que narra sus vivencias: hace un recorrido espiritual que lo lleva por una ceremonia daimista, un retiro de silencio y un cementerio; entrega crónicas de viaje: su paso por un taller de cine autorreferencial en Cuba; escribe relatos: Rafael escucha el disco Take five mientras observa cómo se acerca a la casa su hermano Jorge; investiga y recupera la información histórica: accedemos al ilustre árbol genealógico de los Pinedo, que se remonta hasta la llegada al país del primer antepasado en el siglo XVIII, y en el final se toca con el más efímero presidente de la historia argentina, pero también, por el lado materno, conocemos la influencia decisiva de su famoso abuelo Florencio Escardó. Recolecta fotos y las incluye: puede ser el aviso fúnebre en un diario, un retrato del Pinedo actor en Esperando a Godot o el exlibris sobre uno de sus libros; hace crítica literaria: una suerte de monografía sobre la novela Plop. El procedimiento consiste en seleccionar el material para luego organizarlo bajo un criterio personal. Esa suerte de composición libera la zona documental del orden cronológico y le imprime un tono ficcional, un ritmo novelesco, que habrá sido, probablemente, lo que habilitó la entrega del premio de novela María Elena Walsh 2019.
En el cruce, aparecen las tramas culturales. Vespa es un lector voraz y nos inunda con una incontable lista de lecturas y autores (Barón Biza, Tolstoi o T. S. Eliot). Pinedo se sostiene en vínculos inesperados que lo alejan de la aristocracia familiar: desde la amistad juvenil con las hermanas Oesterheld, pasando por Rodolfo Walsh (suegro de Jorge), hasta compartir algún almuerzo con el tridente Urondo-Verbitsky-Gelman en pleno compromiso militante de los primeros setenta.
“Me siento en el piso del cementerio para oír las últimas astillas” de un fuego que se agota, dice bellamente Vespa. Esa podría ser también su imagen de Rafael Pinedo: la del patricio que se vuelve militante pero pierde el entusiasmo y se dedica a la informática, que deviene actor y participa de la bohemia teatral de los ochenta, que recala en un taller literario, empieza a escribir, irrumpe con una especie de obra maestra –la novela Plop–, gana con ella el premio Casa de las Américas, muere enseguida dejando dos novelas póstumas y se transforma en un escritor de culto.
Inmersión es un libro breve que incita a una lectura rápida que enseguida desacelera, porque la condensación casi borgeana obliga a volver sobre los párrafos para captar todo tipo de referencias y sentidos, logrando que el lector realice así su propia inmersión en la profundidad de Rafael Pinedo.
Mariano Vespa, Inmersión. Una imagen proyectada sobre Rafael Pinedo, Tren en movimiento, 2021, 89 págs.
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“Después de eso, podría entregarme a mi dolor”. Lo que gira alrededor de esta frase es ni más ni menos que la organización de los libros que...
No importa cuándo leas esto. La vida es inviable. Por eso hay que hacerle trampas a la realidad, engendrar ficciones en las que uno mismo sea protagonista....
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