Viaje a Armenia

La obra de Martín Caamaño —musical, literaria, las traducciones del portugués y su especialización en literatura brasileña contemporánea, sus guiones para, entre otros, Lisandro Alonso— no permite la comodidad de la clasificación. En Oslo (Mansalva, 2021), su segunda novela, la soledad de sus personajes los obliga a crear su propio mundo exterior, que está más allá del deseo o un anhelo en particular. No sabemos si son sólo sueños, o se encuentran en una suerte de suspensión mental, ese estadio que Macedonio Fernández define como “ensueño”. Un umbral entre el sueño y el despertar que puede llegar a modificar nuestra visión del mundo. Una protodefinición de la famosa (y ya aburrida) pregunta: ¿para qué sirve el arte?
Sonámbulos, su primer disco solista, puede pensarse inicialmente como la (des)materialización sonora de ese estado de ensueño. Su primera composición —de algún modo hay que llamarla— se titula “…” y no es casual: es el anuncio sorpresivo, es el valor fónico de lo que va a venir. Como en la primera línea de Oslo (“Un espacio vacío”), aquí no hay palabras de referencia: el no lugar, nos sugiere, es quizás el único espacio habitable donde podemos convivir con ese otro espacio infinito, el arte.
El disco es una mixtura de sonidos acústicos y electrónicos donde no hay roles específicos. Todo se iguala en ese intercambio melódico-armónico-rítmico. Sutiles lazos conductores —algunos inicios, algunas percusiones— van enhebrando el conjunto. Como en un gran lienzo, son trazos, lapsos de acción y de contemplación, pinceladas que van configurando una pintura. Pequeñas viñetas que funcionan en la totalidad; y es esa postura estética fuertemente establecida de escucharlo como un todo, donde hasta esos segundos de silencio que son el trackeado cobran otro sentido: es un elemento más que se integra al acto sonoro porque justamente es el continuum sonoro aquello que da “sentido” a la obra. No es posible hablar de temas o de canciones: Sonámbulos oblitera todo aquello que entendemos por disco, o género musical. Es difícil de asir si utilizamos categorías de reconocimiento tradicionales de escucha. Conforma centro y ausencia a la vez.
A pesar del título, Sonámbulos no es la teatralización del sueño. Dice Fabián Casas: “Para Caamaño, las pasiones se disecan como si fueran un mapa mental”. Así como en la hoja en blanco el trazo escriturario conformó Oslo, en ese estadio pendular entre el sueño y el despertar se ubica Sonámbulos. Un tiempo (que no es el creado por los hombres) en liberación hacia algo que es inefable.
Martín Caamaño, Sonámbulos, Metamúsica, 2024.
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