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Narrar desde la perspectiva de una niña requiere ajustar la mirada con que recorremos el mundo. Tótem, la segunda película de Lila Avilés (México, 1982), construye esta mirada desde la niñez con tomas de animales: pájaros, caracoles, hormigas, pescados, mantis y alacranes. Estos personajes secundarios son parte del mundo emocional de Sol (Naíma Sentíes), la protagonista de siete años, y su presencia nos recuerda que observar insectos y pájaros es una manera de descubrir el mundo. Los animales son también la manera en que al ser niños empezamos a observar la muerte —una preocupación con la que carga Sol, cuyo padre lucha contra el cáncer en uno de los cuartos de la casa donde transcurre la película—.
Tótem transcurre en un solo día y en una sola casa. Sigue los preparativos para lo que será el último cumpleaños de Tona (Mateo García Elizondo), el padre de Sol. Dos escenas quiebran la unidad de lugar. Ambas ocurren al comienzo y muestran a Sol en compañía de su madre, Lucía (Lazua Larios). Avilés abre el telón con las voces de ambas tarareando una canción. Vemos a Sol sentada en un inodoro, sonriendo mientras escucha a su madre tararear. Practican para algo: Lucía le explica la historia detrás de la canción. Una barra de agarre en el fondo borroso cobra sentido cuando golpes en la puerta interrumpen la intimidad traviesa entre madre e hija y una voz reclama que es un baño público y hay que apurarse. En la toma siguiente, Sol grita “¡Puente, puente, puente, puente!” desde el asiento trasero de un auto mientras se dirigen a la casa del padre enfermo. Juntas, Sol y Lucía aguantan la respiración y piden un deseo.
Estas dos tomas enmarcan el resto de la película como un momento fuera del tiempo —un día especial en una época dolorosa de la familia—. Este comienzo le otorga también al personaje de Sol una complejidad que le impide convertirse simplemente en una niña con una historia triste. Comenzamos por entender que nuestra protagonista es risueña y juguetona.
Todavía en el auto, Sol le confiesa a su madre el deseo que pidió debajo del puente: “que mi papi no se muera”. La declaración retumba como un mal augurio. Primero porque confesar los deseos que pedimos trae mala suerte, y segundo porque la diversión de esta escena —la niña vestida de payaso con sus globos en el asiento trasero, sus gritos de emoción— se nublan con la repentina mención de una muerte venidera.
Lucía deja a Sol con sus tías y se torna un personaje ausente hasta el final, cuando regresa para la fiesta de Tona. Todos han preparado, a su manera, algo para el enfermo: una de sus hermanas organizó la fiesta, otra le preparó un pastel, su padre podó un bonsái. Sol y Lucía han ensayado la canción que tarareaban en la primera toma: una ópera que interpreta Sol convertida en gigante. Sentada a hombros de su madre y luciendo altísima con una larga gabardina roja, Sol recupera su chispa de las primeras escenas.
En esta escena Sol juega al futuro —juega a ser grande—. Es un juego que permite a Tona divisar a su hija adulta en un futuro en que él no estará para verla crecer. Sol canta en playback el aria “Il dolce suono”, final emotivo de la ópera Lucia di Lammermoor, cuando Lucía mata a su marido en su noche de bodas y desciende a la locura. Es una historia de adultos, y a sus siete años Sol se convierte en Lucía su madre y en Lucia di Lammermoor, en una mujer con voz de soprano que retumba en la sala y conmueve a su padre.
Sobre los hombros de su madre, Sol adquiere un panorama del mundo adulto. A su canción le siguen el pastel y una segunda escena de deseos. Pero el cumpleañero afirma que “no hay deseo”, y la cámara pasa a enfocarse en Sol frente al pastel. Esta vez no sabemos cuál es el deseo de Sol, pero su expresión sugiere que ha dejado atrás su deseo infantil del puente. Las últimas tomas recorren la habitación vacía de Tona y un alacrán escabulléndose entre las hojas. Quizás el segundo deseo de Sol, que parece haber aceptado ya la muerte de su padre, sea conservarlo con ella en su mundo de animalitos.
Tótem (México, 2023), guion y dirección de Lila Avilés, 95 minutos, disponible en Netflix.
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