The Mastermind
En este, su juicio a la Modernidad, Mariano Pérez Carrasco no dilata su defensiva. A sabiendas de que va a incomodar a sus pares, incluye también a la “reacción” como una de las manifestaciones de la filosofía revolucionaria. Esta salvedad, en esta época de caza de brujas, lo ubica en una posición liberada del encasillamiento simplista.
Al caer en Occidente la identificación de Dios con el ser y el logos, y al ser negados estos principios, el nihilismo surge como una necesidad histórica, y a esta forma dominante del pensamiento, que disuelve cualquier expectativa en el más allá y conduce al puro hedonismo, atribuye Pérez Carrasco muchos de nuestros males. El triunfo de las formas de arte efímeras —en una nota al pie y tangencialmente, el autor manifiesta su opinión respecto de las vanguardias, a las que juzga directamente de tediosas— es la consecuencia del quiebre de la idea de continuidad. El pasado y la tradición, así como la convicción de la inmortalidad, han sido reemplazados por un presente permanente. Pérez Carrasco ya se ha expresado en otras ocasiones respecto a temas estrictamente estéticos; atiende aquí a la disolución de la familia, o a todo proyecto que contemple un largo plazo. La monogamia será vista como una limitación; la paternidad será considerada agobiante, y la renuncia al padre redundará en la igualación de padres e hijos. La orfandad es percibida como una de las tragedias actuales, y va de la mano con la infantilización de los adultos y el borramiento de lindes indispensables para la experiencia vital.
Los procesos revolucionarios y las utopías se van diseccionando en sus aspectos deficitarios. Las mitologías de la liberación incluyen la sustitución de la voluntad por la verdad y el reemplazo de la teología y la metafísica por la política. En un tercer momento —este, el totalizante—, la sociedad descubre que la liberación es una fórmula vacía que esconde la legitimación de la ley del más fuerte. El hombre se ha convertido en una bestia de carga, sometido al Estado de Control y la extrema vigilancia: la prohibición de enterrar a los muertos, que fue una de las primeras normas impuestas por los gobiernos durante la pandemia, parece haber exasperado al autor de estas páginas, y es justamente la queja con que se abre el libro.
El énfasis puesto en el devenir y la multiplicidad —las ondas del pensamiento deleuziano, agrego yo— es uno de los blancos contemporáneos a los que se apunta. Tiembla el feminismo que ha seguido a Hélène Cixous, dado que se retoman identificaciones estereotípicas respecto de los polos madre/padre. Ni que hablar de la ola Judith Butler, por tanto apego al determinismo biológico, que el autor da por sentado. Izquierda y derecha, progresismo y conservadurismo, funcionan ahora, no como contrapuestos, sino como el anverso y el reverso de una misma moneda. En todo caso se vuelve inmediatamente conservador lo que ayer fue revulsivo; y la excesiva creencia en la política ha creado nuevos dogmas. Apelar al fariseísmo es quizá uno de los aciertos más efectivos del libro, porque agrega a nociones de origen sartreano argumentos de un campo distinto del filosófico; al disolverse la dimensión espiritual entera, quedan sólo los falsos creyentes: los hipócritas.
Sobran aquí los argumentos para leer en clave el fracaso de los proyectos políticos recientes en la Argentina y los surgimientos de las extremas derechas. Las coordenadas con que hemos ordenado nuestras ideas son entonces historia antigua —o moderna— y sus lenguajes, enunciados epigonales, porque tal vez esta época lo sea.
Podrá extrañarse una mayor sistematización de los asuntos; sin embargo, la escritura en bucle, reiterativa y digresiva —los titulitos son un hallazgo por lo simpáticos— alienta a seguir leyendo. Abordado desde una vereda que considere los logros de los recientes siglos, urgiría contrarrestar: el ansia de libertad ha contribuido a la flexibilización de estructuras muy indeseables; las apuestas artísticas que desafían el aura han refrescado un panorama demasiado atado a la técnica; la lucha por la equidad nos ha conseguido insoslayables derechos. Pero cualquiera que trabaja en el sistema educativo podrá lamentarse de la laxitud con que nuestra sociedad considera ciertas normas; cualquiera que recorra los medios o las plataformas, preguntarse por las consecuencias de un deleite inoperante o excesivo por los bajos fondos. Y es posible que estemos llegando a otro colmo: la intervención del Estado en la vida privada y doméstica se ha transformado en un reclamo que es un arma de doble filo.
Este es un libro oportuno y no oportunista, ávido de cuestionar conceptos que repetimos como mantras. Y, por qué no, busca explicaciones a una creciente decepción.
Mariano Pérez Carrasco, La utopía de los huérfanos. Sexo, política y religión en la cultura contemporánea, Mardulce, 2025, 376 págs.
En cada uno de los escritos de Patria y muerte puede verse el despliegue de una lectura conectada con otras a partir de un eje, la violencia....
Más allá de versiones romantizadas, la figura de Hannah Arendt presenta una complejidad que impide un tratamiento hagiográfico. En ese sentido, en Hannah Arendt. Una biografía intelectual,...
“No nos van a matar ahora, a pesar de que ya nos matan”, escribe Jota Mombaça. Artistx y escritorx brasileñx, Mombaça es negrx y trans no binarie,...
Send this to friend