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Diario de una escultura y otros relatos

Julia Levstein

ARTE

Hace poco más de cinco meses la galería Crudo inauguró un nuevo espacio en el centro de la ciudad de Rosario. Allí la artista cordobesa Julia Levstein presentó su tercera muestra individual, con edición y curaduría de Lucas Di Pascuale.

En el ingreso al espacio, un gran cono de metal atrapa las gotas de lluvia para introducirlas dentro de la galería. El artefacto, mediante un sistema de mangueras transparentes, desplaza el agua por la sala para finalizar su recorrido en un goteo lento que cae sobre un cono de papel. Este es el primer comentario que señala uno de los temas recurrentes de la exhibición: la idea de borde. Los espectadores, como las gotas, ingresan desde un afuera hacia un adentro, cruzando una frontera. Lo particular de esta obra es exhibir la retardación del lapso que transcurre entre una cosa que se ha ido y otra que está por llegar. Este estado espectral, de no estar en ningún lugar o de estar en dos lugares al mismo tiempo, también puede verse en tres piezas que la artista realizó especialmente para esta ocasión. Se trata de tres mantos de nylon translúcido, de 250 centímetros x 200 centímetros, suspendidos del techo por dos tensores. Logrando cierta opacidad y un sutil contraste mediante la superposición del material, la artista escribió sobre ellos tres poemas de su autoría. En sus palabras, son fantasmagóricas y susurrantes. Vale la pena decir que siempre hay en las obras de Levstein un obstáculo en la contemplación/lectura que es necesario sortear.

El concepto interior/exterior también se presenta en dos obras realizadas con anterioridad. La primera se titula “Medio del camino” y está constituida por seis fotografías que registran dibujos en el espacio urbano de los planos de los lugares donde Levstein vivió en la ciudad de Rosario. La segunda, “Cerca”, es un conjunto de objetos pequeños realizados con las llaves de los lugares que la artista habitó. Durante años, la conservación de estos elementos fue para la artista un misterio que tiempo después tomó la forma de llaves enroscadas entre sí. Esta manera de trabajar es una constante en el hacer de Levstein: sostiene acciones que en un principio no sabe con exactitud hacia dónde se dirigen, pero que constantemente encuentran un aspecto concreto y definido en su objetualidad.

Hacia el final de la sala principal, hay un grupo de bancos de madera preparados para la presentación de la publicación titulada Diario de una escultura. Junto a este sector se encuentra “Poema en conserva”, una obra en video proyectado sobre pared de cómo un poema emerge de una lata de conserva. La muestra se completa con la incorporación del video “Caminar”; según Levstein, esta pieza es la piedra angular que determina la cadencia en el recorrido del espacio.

Es importante destacar que este cuerpo de obra está proyectado y editado a partir de un guion escrito por la artista. Esto señala la centralidad del texto para Levstein, que evidencia de forma contundente cómo piensa y siente el mundo que la rodea. Ideas escritas, anotaciones, poemas y citas son el contenido que organiza todo aquello que la exhibición requiere para su puesta en escena, y que a su vez estructura el conjunto de relaciones discursivas entre las obras.

Para la artista, el trabajo del texto como material crudo a ser modelado se vincula con la subjetividad y la sensibilidad de asuntos tales como la fragilidad, la incertidumbre y la conservación de materiales, lugares y personas. En este aspecto, se aleja del conceptualismo clásico que utiliza el lenguaje de forma analítica —por nombrar algunos ejemplos: Mel Ramsden, Ian Burn, John Baldessari, Joseph Kosuth y el grupo británico Art & Language— para acercarse a prácticas contemporáneas de un postconceptualismo afectivo. Siguiendo a Cristina Freire en referencia a las obras caligráficas del artista León Ferrari, “la lectura y la observación, así como la escritura y el dibujo, están unidos en un mismo gesto. Completamente distantes de la tradición canónica del arte conceptual que toma el diccionario de citas impersonales de Joseph Kosuth como referencia, estos escritos tienen la marca de la subjetividad. Se trata de una manera distintiva importante, sobre todo en el tiempo en que vivimos, en el cual los archivos físicos migran hacia el registro digital de las redes virtuales”.

Si estamos atentos a los detalles, Diario de una escultura y otros relatos nos entrega el quid de un cuerpo de obra que con mucha dedicación entreteje relaciones sutiles y complejas entre materiales, ideas y afectividades. En particular, el proceso creativo de Levstein comienza con la inquietud de un hacer que se repite de forma rítmica, para luego enfocar la reflexión en sus acciones.

 

Julia Levstein, Diario de una escultura y otros relatos, curaduría de Lucas Di Pascuale, Galería Crudo, Rosario, 1 de octubre de 2021 – 20 de enero de 2022.

16 Dic, 2021
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