Otra Parte es un buscador de sorpresas de la cultura
más fiable que Google, Instagram, Youtube, Twitter o Spotify.
Lleva veinte años haciendo crítica, no quiere venderte nada y es gratis.
Apoyanos.
En la caleidoscópica nueva novela de Betina Keizman, una peluquera de una ciudad latinoamericana inespecífica recibe la visita de un diablo-zombi que viste la piel del célebre escritor peruano José María Arguedas. De ahí en más, en ese mundo distópico levemente desprendido del actual, la percepción de Irene, la protagonista, y su voluntad son sometidas a una batalla contra el sentido común, que deberá librar con muchos otros personajes.
Keizman hace un uso de la prosa poco habitual, despliega una sintaxis perfecta y asombrosa, porque rehúye la frase esperada. Aunque escribió esta novela a lo largo de varios años, parecería que las observaciones socioambientales o de economía política de las “notas diablas” con las que terminan los capítulos hubiesen sido redactadas en la contemporaneidad absoluta de su publicación (véanse, si no, los apuntes sobre las ideas de Milton Friedman, entre otros). Ese mundo distópico, también espectral, que envuelve las ciudades latinoamericanas figuradas, emerge en la superposición de esas notas diablas —que articulan saberes buscados por el desencajado y anacrónico diablo en la “versa-red” — con las pueriles disputas entre las empleadas de la peluquería. La naturalización de lo monstruoso obtiene en este cruce una fórmula atinada.
Diablo y fantasma, en tanto personaje, Arguedas —que se sabe autor de esa extraordinaria novela que es Los ríos profundos— plantea un interrogante sobre cómo leer su literatura hoy, en esta encrucijada del capitalismo global que apoya sus políticas neoliberales en la potencia informativa de la materia viva, como ha sostenido Rosi Braidotti. El zombi del escritor no lo ignora: “otros actores dominan el presente. Son fuerzas inhumanas, arcos temporales mayúsculos que tampoco los invisibles detentadores del poder consiguen torcer a su antojo […]. La tierra ruge y el pensamiento se escurre”.
En efecto, el mal que se urde en el sótano de la peluquería tiene menos que ver con antiguos demonios que con consorcios inmobiliarios, depredación de recursos naturales y pauperización de los sectores populares en beneficio de “círculos virtuosos de negocios pujantes”. En tándem con su magnífico libro de ensayos Promesas radicales en las literaturas del presente (2022), Keizman apuesta a una narrativa compleja que recupera la singularidad de lo local sudamericano e invita a caminar, también, sobre los “bordes del lenguaje”. Acaso uno de los resultados más notables de este proyecto de escritura sea el logro de un fantástico-duermevela que ya había practicado en su novela anterior, Recurso de amparo: un límite borroneado entre lo real, el sueño y las temporalidades solapadas. Su nueva novela, sin duda, sorprenderá al lector.
Betina Keizman, El diablo Arguedas, Entropía, 2023, 174 págs.
Con El paraíso, Anahí Mallol se aventura a lo inconmensurable del amor filial. De madre a hijo, de hijo a madre, el punto de contacto es una...
Una hija busca durante años a su padre, sobreviviente del disparo que la madre erró; una mujer guarda en un frasco las “cosas del tamaño de una...
“No recordar las cosas o hacer que las cosas desaparezcan también es una forma de destrucción”, escribe María Lobo casi al final de Ciudad, 1951, su novela...
Send this to friend