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Manual para mujeres de la limpieza

Lucia Berlin

OTRAS LITERATURAS

¿Cómo es posible que nunca hubiese oído hablar de Lucia Berlin hasta ahora? ¿Cómo se explica que en mis cursos de literatura insistiesen varias veces en que estudiara a Raymond Carver, pero Lucia Berlin nunca apareciera en una sola de las muchas listas de lectura que me dieron a lo largo de los años? Me siento profundamente traicionado por mis maestros y profesores, la universidad, el mundo editorial… Porque si hubo un mejor escritor americano en la segunda mitad del siglo XX, yo no lo he leído, y eso que he leído a todos los escritores que sí fueron incluidos en esas listas. Suena exagerado, pero no creo que lo sea. Estos cuentos son tan importantes, tan rebosantes de la experiencia norteamericana, como el Great American Songbook. El hecho de que no estemos tan familiarizados con los cuentos de Berlin como con los de Carver, Roth, Updike o, bueno, cualquier otro escritor que se quisiera nombrar es una injusticia imposible de reparar del todo.

Nacida en 1936 en Alaska, Berlin tuvo una vida peripatética, siguiendo a su padre por pueblos mineros por toda la extensión de las Américas, desde la susodicha Alaska hasta la Patagonia chilena, a veces viviendo como una aristócrata —especialmente cuando era una adolescente en Chile—, a veces como una campesina al borde de la indigencia. De adulta seguía mudándose de una ciudad a otra, aunque para entonces luchaba además por mantener a sus cuatro hijos con los trabajos manuales o de servicio que tan fecundos le resultarían para su escritura. Siempre la persiguió el alcoholismo, empezando por sus familiares cercanos y siguiendo por su propia adicción. Siempre se sintió atraída por el hombre equivocado: otros alcohólicos, drogadictos, mujeriegos. Siempre encontró la manera de ver la gracia y la belleza de la vida en los momentos más deprimentes y terribles.

Sabemos todo eso por el testimonio de sus familiares y amigos, pero también por los cuentos, que retratan distintos episodios y a personas significativos de esta vida fascinante y muchas veces trágica de manera sumamente original y poderosa. En su excelente introducción a esta colección, Lydia Davis menciona la idea de autoficción (también, que las dos escritoras intercambiaron cartas por muchos años, que ojalá se publiquen algún día), pero no hay que temer una visión introspectiva u obsesiva; en absoluto. Estos cuentos tienen los ojos muy abiertos y absorben, muchas veces con desesperación, todo lo que tiene que ofrecer el mundo, y nos lo comunican en una prosa maravillosa y sorprendente que rompe regla tras regla, comete un montón de “errores” y aun así es perfecta (en una segunda introducción, completamente innecesaria, el editor Stephen Emerson dice que han “evitado corregir su puntuación” y singularidades gramaticales; más les vale). Una crítica posible sería que sus temas son repetitivos: varias veces nos encontramos con la hermana muriendo de cáncer, calvarios alcohólicos, la niñez privilegiada en Chile, la madre difícil… Pero yo diría que recurren de una manera cuasi oulipiana. En vez de juegos lingüísticos, Berlin está explorando las distintas posibilidades de una experiencia, o quizás la experiencia misma. Comparen, por ejemplo, “Dentelladas de tigre” con “Atracción sexual”: en los dos, figura la misma prima hermosa pero descabellada, pero el primero se lee como si fuera el vástago monstruoso de una película de Wes Anderson y una convención del Partido Republicano, mientras que el segundo podría haber sido escrito por Silvina Ocampo. Y sin embargo ambos, como todos los textos incluidos en este tomo, son inconfundiblemente berlinenses.

 

Lucia Berlin, Manual para mujeres de la limpieza, traducción de Eugenia Vázquez Nacarino, Alfaguara, 2016, 432 págs.

20 Oct, 2016
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