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Dos años después de Taj Mahal, Chai Editora vuelve a publicar a Deborah Eisenberg, la gran escritora norteamericana. Otra vez un libro de relatos traducido por Federico Falco. Otra vez la misma certeza: Eisenberg es insondable. Los seis cuentos de Relatos, como pasaba con los de Taj Mahal, escapan a la lógica del cuento, se acercan más a la lógica de una novela: no son situacionales, son de personajes. Es decir, son cuentos introspectivos, que, ya sea en primera o en tercera, se meten hasta las raíces de un personaje, pero no lo hacen de cualquier manera, o mejor, lo hacen a la manera Eisenberg: con múltiples subtramas, con giros inesperados, con saltos imposibles. Ahí donde un escritor mortal se rompería las manos, Eisenberg cae de pie y con aplausos, como si fuera una Nadia Comăneci del cuento largo (de entre treinta y cincuenta páginas cada uno).
En Relatos se recopilan cuentos que escribió a lo largo de su vida, cuentos que van de 1984 a 2003. En ellos narra como nadie la soledad y la fragilidad humanas, el hilo a punto de romperse que nos ata, que a veces resiste y otras no. En Eisenberg, los vínculos (familiares o amorosos, sobre todo amorosos) son temblores que se aguantan o abren una grieta. Puede ser el vínculo entre dos amigas diferentes (“Restos que flotan a la deriva”); entre amantes en un país extranjero (“Transacciones en una moneda extranjera”; la pregunta es: ¿cuál es el país de los amantes?, el que no es propio); entre dos amigas que se reencuentran (“La custodia”); entre una madre y una hija distanciadas, o mejor, en guerra (“Bajo la 82da división aerotransportadora”); entre dos amigas adolescentes y el duelo que atraviesa una de ellas (“La chica que dejó una media tirada en el suelo”); y entre una pareja gay y una familia disfuncional (“Otro Otto, un Otto mejor”). Todos los cuentos están protagonizados por mujeres a excepción del último, “Otro Otto, un Otto mejor”, que presenta a un hombre que se siente incompleto y desesperado –un hombre, todos los hombres– y que esconde la tesis de los seis cuentos: “Todos tenemos que dejar algo de lado, todos tenemos que dejar algo de lado de una vez por todas”. Un cuento inasible y magistral que hace que uno se pregunte: ¿cómo es posible?
Lo asombroso de Eisenberg es que, cuando uno parece entender el mecanismo (subtrama al comienzo, personajes que entran tarde y trastocan la historia de la protagonista), cuando parece imaginar qué puede llegar a suceder, la autora pega el volantazo y elude la expectativa del lector. Eisenberg es una acróbata, sí, pero también una escapista profesional. En su literatura cualquier cosa puede pasar en cualquier momento, como le dice Jessica a Francie en “La chica que dejó una media tirada en el suelo”, y hace mirar todo desde una perspectiva diferente. Cualquier cosa puede pasar, así como así, y todo cambia, como en la vida.
Deborah Eisenberg, Relatos, traducción de Federico Falco, Chai Editora, 2022, 240 págs.
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