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El monólogo mudo

Lucas Margarit

TEATRO

En un ensayo titulado “De residua a carroña”, el poeta, investigador y profesor Lucas Margarit analiza las huellas que un poder arrasador deja en los paisajes y los personajes de diversas obras teatrales y narrativas de Samuel Beckett. Los personajes habitan las consecuencias de acontecimientos que los exceden, “son víctimas de una estructura mayor que los corroe”, de una sociedad que los considera residuos. Margarit plantea una lectura que articula el análisis filológico minucioso con las nociones contemporáneas y urgentes de Antropoceno y Capitaloceno. Si bien El monólogo mudo. En torno a la obra de Samuel Beckett es una reunión de ensayos que no siguen una línea argumental, se puede leer el último capítulo del libro como clímax conceptual y resignificación del conjunto al analizar la poética del autor irlandés en su poderosa proyección al siglo XXI. Ya no se trata únicamente de dimensionar a Beckett como una de las cimas literarias y teatrales del modernismo del siglo XX, sino de ensayar al mismo tiempo acerca del influjo de sus procedimientos y mundos en el presente.

Los capítulos están agrupados en partes: una dedicada al teatro, otra a la poesía, otra que aborda la obra ensayística y cruces diversos con la filosofía, otra que trata sobre traducción y transposición. En un ensayo de la sección teatral, Margarit despliega un precioso análisis comparativo de los relatos del pasado en Fin de partida y La tempestad, de Shakespeare. Describe a Hamm como un rey caído que sabe que no puede recuperar nada de su pasado, a diferencia de Próspero que, si bien fue despojado de su ducado en Milán por su hermano, es compensado en el final con el restablecimiento del equilibrio perdido. El fracaso de “ciertas perspectivas utópicas renacentistas” que se puede ver en La tempestad toma en la obra de Beckett un cariz de derrumbamiento del mundo que rodea el espacio cerrado que habitan los personajes y en el que sólo pueden durar y enunciar una permanencia que en el siglo XXI acaso de manera más radical es frágil pero resistente.

La descomposición subjetiva y “descorporización” que Margarit sopesa con precisión en obras teatrales como Happy Days o Not I, también en otras piezas breves como Eh Joe (escrita para televisión) o Footfalls, reaparece de otra forma en el análisis que realiza de la poesía de Beckett, a la que dedicó su tesis doctoral (algunos textos de este volumen retoman partes de esa investigación). Así, en un ensayo en el que comenta las mirlitonnades (poemas muy breves escritos en francés, en 1978 y 1979), Margarit encuentra un quiebre entre el mundo mental y lo real: “fin fondo de la nada / al borde de qué acecho / el ojo creyó entrever / moverse débilmente / la cabeza lo calmó diciendo / sólo fue dentro de tu cabeza”. La subjetividad se configura como una voz en la cabeza (el tópico del cráneo como refugio último se puede encontrar a lo largo de toda la obra beckettiana) y el lenguaje como lo único que puede ser dicho.

En otro capítulo, Margarit revisa específicamente cómo la poesía forma parte de la composición de otros géneros. En una obra teatral como Rockaby (1980), hay una focalización en la enunciación, un conflicto entre la voz y el mundo que ya se encuentra en los poemas tempranos. Se trata de una mujer sentada en una mecedora cuyo vaivén la lleva de la luz a la oscuridad, mientras se oye el texto en la voz grabada de la actriz: “hasta que al fin / el día llegó / al fin llegó / luego de un largo día / en que se dijo ella / a sí misma / a quién si no”. También en obras en prosa, como Compañía o Cómo es, Margarit señala una concentración en el solipsismo de la voz para poner en el centro la materialidad de la propia escritura, más cerca de lo poético que de lo narrativo. Esta tendencia a la contaminación entre los géneros hasta casi disiparlos en la propia escritura se agudiza en la última etapa de Beckett. Ese gran “monólogo mudo” (el título viene de una frase de Cioran sobre Beckett) es una escritura que busca la “despalabra”, cuestiona “su propia capacidad de decir” y desestabiliza los géneros.

Además de textos que exploran poesía, teatro, narrativa, obra ensayística, traducciones, autotraducciones, también hay ensayos que ponderan la relación de la poética beckettiana con la de Harold Pinter, con las reflexiones y puestas de Peter Brook, o con pensadores como Geulincx, Mauthner o Blanchot. Leer los ensayos de Margarit, miembro de la Samuel Beckett Society, es también asomarse a los debates e intercambios de una gran comunidad de investigadores, como James Knowlson (autor de la extraordinaria biografía Damned to Fame: The Life of Samuel Beckett), Linda Ben-Zvi, Stanley Gontarski, Ruby Cohn, Daniela Caselli (a cargo de la contratapa), Enoch Brater, José Francisco Fernández (autor del prólogo), por mencionar algunos. El “diálogo” sostenido de esa internacional beckettiana y esta excelente colección de ensayos recalibran con lucidez la fuerza de una obra que no sólo interpela al presente, sino que en ciertos aspectos pareciera modelarlo y, a la vez, ofrecer vías de fuga.

 

Lucas Margarit, El monólogo mudo. En torno a la obra de Samuel Beckett, Atuel, 2023, 344 págs.

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