Aunque se encuadre a M. John Harrison (Reino Unido, 1945) como un autor de ciencia ficción, los elementos para tildarlo de ese modo, al menos en Preparativos de viaje —libro resucitado por Interzona a más de una década de su publicación original— son escasos. Más bien, lo que persiste es una atmósfera extraña, como si se viviera en un universo gemelo al nuestro, aunque ligeramente diferente por algo que sucedió y que no se explica.
También hay espacio para el realismo delirante, con metáforas asombrosas (“Lo hice”); reescrituras de cuentos famosos (“Ánima”, inspirado en “El profesor y la sirena”, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa); y de literatura mágica, como el brillantemente logrado “Siete enigmas del corazón”. En este cuento, si bien la magia ocupa algunas vértebras, el peso más grande lo soporta el realismo doméstico de un mago de enorme talento, pero cuya magia ya ha sido superada en las vecindades y que sufre penurias económicas, crisis vocacional y etaria, dificultades burocráticas para conseguir una visa que le permita salir por fin de la isla y, peor aún, una hija que busca seguirle los pasos laborales. También hay lugar para cuentos policiales y de amor. Porque eso busca Harrison: ir mezclando categorías literarias con una facilidad sorprendente. También parecería tener en cuenta en cada pulso los elementos del cuento clásico, sólo para hacer exactamente lo opuesto. Así demuestra la posible unidad de géneros y de emociones que preexistía al big bang literario.
Harrison llena sus relatos de rendijas por las cuales la trama discurre de un modo impredecible. Si uno se distrae media oración, porque lo lee en cuarentena y sus hijos menores encerrados en el departamento no paran de pelearse y lo obligan a intervenir a cada rato, será oportuno que, cuando regrese, lo haga en el mismo punto en que lo dejó, incluso un poco atrás, porque una oración después ya se encontrará en tierra totalmente desconocida, sea porque durante una milésima de segundo existió un personaje, sea por un diálogo que descoloca y lleva aparentemente a ninguna parte, o por un cambio repentino de ánimo, de colores, de sentido.
Al leer a Harrison, de reojo ingresan y salen imágenes que no terminan de cuajar en la retina de la trama, pero a las que uno, a la larga, no puede mantenerse indiferente y queda atento a ellas porque sabe que volverán a aparecer, mientras los personajes navegan por el azar involuntario, pacífico y por momentos ligeramente ominoso que empuja cualquier supervivencia. Antes de abrir el libro, sirva de croquis esta frase que un personaje le dedica a otro: “Por cierto que hablaba muy buen inglés. Sobre su inglés no hubo nunca la menor duda. Pero de tan torcida la historia que contaba parecía una mala traducción, llena de insinuaciones donde uno buscaba claridad. La plasmaba en buen lenguaje, más que bueno. Lo que pedía traducción era la historia misma. En eso fallaba”.
Pero la historia nunca falla. Preparativos de viaje es un libro único, del que cualquiera podrá valorar la estética, el fraseo, la originalidad, la acumulación de detalles y demás talentos que la traducción de Marcelo Cohen, mejor dicho, la operación a corazón abierto que la traducción de textos de este calibre supone, logra conservar magistralmente.
M. John Harrison, Preparativos de viaje, traducción de Marcelo Cohen, Interzona, 2020, 256 págs.
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