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¡Goza tu síntoma!

Slavoj Žižek

TEORÍA Y ENSAYO

El estilo es el hombre, se dice, y el de Slavoj Žižek linda con su propia caricatura. Su histrionismo y verborragia, el manido repertorio de chistes soviéticos, su devoción tajante por el marxismo y el psicoanálisis, su búsqueda de las relaciones más dispares entre nociones abstractas y cultura de masas distraen del hecho de que el filósofo esloveno es de los pocos intelectuales que asumen una posición en un mundo gobernado por el cinismo. Claro que no siempre da en el clavo; aunque, por lo general, es su figura lo que se consume, y no su discurso. Antes de convertirse en una celebrity de los estudios culturales, el autor de El sublime objeto de la ideología impuso una frescura, una rigurosa desfachatez en el tratamiento de los síntomas del malestar contemporáneo, que ejerció de faro para gente como Mark Fisher o Byung-Chul Han.

Publicado en 1992 y recuperado y ensanchado ahora por Godot, ¡Goza tu síntoma! es de los primeros ensayos que le granjearon a Žižek fama de pensador insurrecto. Como en buena parte de su obra, recurre aquí al cine de Hollywood —espacio privilegiado donde se cifra la ideología— para ilustrar nociones y aforismos de la teoría psicoanalítica de orientación lacaniana (en la vertiente de Jacques Alain Miller). De esta manera, las películas de Chaplin, Hitchcock, Rosellini y Lynch, por ejemplo, le permiten dar cuenta de las paradojas del deseo y la deuda simbólica, de la consistencia fantasmática de la realidad, de la autonomía de la voz y la mirada como objetos de goce, y del significante fálico como ordenador de la constitución subjetiva. Organizado alrededor de una serie de preguntas clave —“¿Por qué una carta siempre llega a destino?”, “¿Por qué es la mujer un síntoma del hombre?”, “¿Por qué todo acto es una repetición?”, etcétera—, ¡Goza tu síntoma! explora no sólo los conceptos básicos, sino también los callejones más estrechos del psicoanálisis, desde el juego especular al nudo borromeo, y lo hace con una soltura envidiable, mientras arroja dardos al marxismo ortodoxo y al posmodernismo de cuño derridiano.

Pese a todo, hay un punto ciego en la lectura de Žižek, un punto donde el texto devuelve su propia mirada, y es que sus argumentos presentan la misma circularidad que critica en la interpretación salvaje: encuentra, finalmente, aquello mismo que fue a buscar. Para decirlo con otros términos, recibe su propio mensaje en forma invertida. Tanto su aparato de referencia (Lacan, Hegel, Marx) como su objeto de análisis (el cine de Hollywood) representan una toma de posición, un lugar de resistencia, pero trasuntan, asimismo, un hálito de nostalgia. Tal vez porque proviene de la filosofía y no de la clínica, el uso excelso, sesgado, que Žižek hace del andamiaje teórico no apunta a problematizar las zonas grises de la teoría, sino a iluminar su objeto. Como si se tratara de un actor condenado a representar de manera indefinida un mismo papel, nadie puede igualar su desempeño y, no obstante, nada nuevo logra decir.

 

Slavoj Žižek, ¡Goza tu síntoma!, traducción de Horacio Pons, Godot, 2021, 344 págs.

9 Sep, 2021
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