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Madre robot

Nora Rabinowicz

LITERATURA ARGENTINA

Madre robot, la segunda novela de Nora Rabinowicz, es una historia familiar construida a partir de la madre del título, sus dos hijas y una dolencia estructural congénita. Hay también un elenco estelar de médicos, terapeutas y disciplinas paliativas que operan sobre el cuerpo de la madre hasta que una nueva las reemplaza. Un archivo de radiografías ordenado por décadas, proyectos que no se concretaron nunca y una numerosísima serie de métodos y procedimientos de la vida diaria cuidadosamente pulidos y tan circunscriptos como para que casi nada interfiera en el funcionamiento semipleno de la maquinaria. En el centro, sin embargo, como el Reactor Arc que energiza a Iron Man, la tecnología que enerva este organismo novelar es la cadera de madre, en sus variantes ósea, de titanio o narrativa, acaso un componente más vital y trascendente que los tejidos blandos, los órganos, o esos adornos poco funcionales que se construyen en el aire y se denominan sentimientos.

Cierta arquitectura escalable hace pensar en una entidad tripartita en la que los valores y atribuciones de cada uno de los elementos se mueven y adecuan en relación con los otros: la cadera de madre robot hace a madre robot que hace a Madre robot. Narrada por la hija menor, una traqueotomía que vino a aliviar la asfixia de la hermana seis años más grande, la acción principal tiene lugar en un sanatorio el día en que Francia y Argentina juegan por los octavos de final de la Copa del Mundo mientras a madre robot le instalan la flamante prótesis SD 434, de procedencia alemana, en reemplazo de otra vieja, gastada y chirriante. Como si esta última operación fuese un portal hacia todas las anteriores, hacia toda una vida de ortopedias, reparaciones y enderezamientos forzados, el tiempo de la espera burbujea y se espesa en múltiples viñetas breves, descriptivas y coloreadas con esos toques de humor sombrío e ironía habituales de la idiosincracia porteña. El tono pulcro de la prosa y su aparente neutralidad la asemejan a un informe de situación, palabras para los movimientos de una coreografía muy particular y rigurosa. Allí está madre robot asomándose a la cocina, buscando un objeto en la alacena fuera de su alcance, poniendo en marcha su implacable autonomía, usando el bastón como gancho y ensayando una última figura experta para atajar eso que el bastón ha proveído. A lo largo de todo su ciclo de vida, el personaje que el relato compone, describe y anima se mantiene funcional gracias a una voluntad atómica, conmovedora. Las cirugías, un coraje inhumano frente al dolor o la Bayaspirina hacen lo suyo para formatear el temperamento y el comportamiento de madre.

Frente a otros modelos más pulcros, sorprendentes o peligrosos que los tecnoimaginarios nos han ofrecido, Madre robot progresa como un mecanismo asombroso, todavía analógico, interceptado por alguna flaqueza y construido —programado— por las propias obsesiones, deseos, obstáculos y perseverancias, y por la perspectiva de una hija a quien ese “espécimen” atrae y repele por oleadas. Como lectores es probable que nos gane ese mismo impulso que hace que los cirujanos practicantes no quieran perderse la chance de mirar adentro cuando madre ingresa en el quirófano.

 

Nora Rabinowicz, Madre robot, La Parte Maldita, 2021, 208 págs.

24 Feb, 2022
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